«El país que vamos a tener depende en gran medida de las decisiones que seamos capaces de tomar. Tú puedes incidir con tu voto. No puedes ser neutral frente a este fenómeno. Porque va a pautar la vida de las generaciones que vienen por años. Ya no es un problema de ser frentista. Es un problema de darnos cuenta de que tenemos que salir de este pozo en el cual nos hemos metido. Confío en que la gente piense. Confío en que la gente sienta. Hay que asumir una actitud por las nuevas generaciones. No por los que nos estamos yendo. Y el voto es la única herramienta que puede incidir. Te habla un viejo que se está despidiendo de la vida. Hasta siempre”.

Sentado en su sillón, con su enorme biblioteca detrás. Un minuto exacto, 124 palabras. Una frase final que resuena como aquél “llevo en mis oídos, la más maravillosa música…”, de Perón en la plaza. En este caso es un gesto de militancia partidaria, un video, un llamamiento del viejo líder que se empieza a despedir, pero que hasta el último segundo de respiración sopla aires de voluntad de cambio.

Es el Pepe, golpeado y enfermo. Es el compañero tupa que se devoró una vida desbordada de mística, atestada de dolorosos golpes. Es el tipo que llegó a la presidencia de la república oriental. Es uno de los históricos de una alianza tan particular como el Frente Amplio uruguayo.

Es José Alberto Mujica Cordano. A los 89 años. Factótum en 1989 del Movimiento de Participación Popular (MPP), que entonces era una extensión del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Tres décadas y media después respaldó a Yamandú Orsi.

Hace unos días, el Pepe salió del hospital, tras la internación por su infame dolencia, y antes de retornar a su Chacra de Rincón del Cerro, exigió que lo llevaran a la presentación de la exconductora televisiva, Blanca Rodríguez, como candidata a senadora del MPP. Compartió estrado con su mujer, Lucía Topolansky.

Luche y vuelve

El Frente gobernó tres mandatos (2004-2019), dos de Tabaré Vázquez y uno de Mujica. Luego, llegó el turno de Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional.

Ahora la izquierda busca regresar a la Torre Ejecutiva. Lo hace de la mano de Yamandú Ramón Antonio Orsi Martínez, quien además de sus funciones políticas, ejerce como docente de historia. Hijo de trabajador rural, militante de la Vertiente Artiguista y luego del MPP. Fue el jefe de campaña en el 2019. Desde el 2000 gobernaba Canelones, y renunció para postularse para la presidencia. Fue el elegido del Pepe en las internas en las que venció a Carolina Cosse, quien durante el gobierno de Mujica dirigió la Antel y luego fue ministra de Tabaré. Es hija del reconocido escritor oriental Villanueva Cosse, cercana al socialismo y viene de gobernar Montevideo.

La fórmula Orsi-Cosse, considerada la más fuerte de los últimos tiempos, tras la renovación partidaria, no sólo aglutina a la base más dura y leal del Frente sino que se dio la tarea de recuperar a líneas que se habían alejado tras la derrota del 2019 y a sectores externos a la fuerza. El Frente, para estas elecciones, registró 896 listas a nivel nacional: 496 más que en 2019. La llamada «estrategia de la colectora» lleva a que justamente el 49% de las boletas («la colectora al Senado más grande de la historia electoral del país») apoyan la candidatura de Cosse, ya no como vice sino para senadora, por el sublema La Amplia (otra forma de traccionar el voto partidario); 13% va por la candidatura de Felipe Carballo, por Compromiso Frenteamplista, y 38% se diluye en las 18 candidaturas restantes, aunque probablemente la más votada sea la de Alejandro Sánchez, por el MPP (la histórica lista 609), se encuentra en apenas 2% de las boletas. El objetivo esencial de la colectora es obtener las bancas suficientes en el Senado (15), que provean al FA de la mayoría necesaria para asegurar gobernabilidad ante el eventual abroquelamiento de la derecha. Por otro lado, algunos sectores advirtieron que puede ser el producto de la atomización, ya denunciada tras la derrota del 2019, que generó un durísimo debate interno.

El martes próximo será el acto de cierre, que en principio había sido previsto para el miércoles, pero para un pueblo tan futbolero como el oriental, no era poca cosa que Peñarol se hubiera clasificado para las semifinales de la Libertadores y ese 23 le tocara jugar.

El Frente afrontará el desafío de armar su fiesta final antes de las elecciones en el histórico Parque Batlle y Ordoñez, a metros del mítico Centenario y de otras instalaciones, como el velódromo, uno de los tradicionales sitios de las «llamadas» carnavalescas. Allí, en el Obelisco a los Constituyentes, donde termina La 18 en su fusión con el boulevar Artigas, a metros de Tres Cruces, hace cuatro décadas, el 27 de noviembre de 1983, se produjo el Río de Libertad. El actor Alberto Candeau leyó la proclama de todos los partidos llamando a elecciones democráticas en plena dictadura (1973-1985). Doce años, el mismo lapso que duró la prisión del Pepe (1972-1984). Allí, donde Candeau llamó a la altivez, al coraje, a la independencia, mientras cerca de cuatro centenas de miles, un río de libertad, reiteraban el grito de «Uruguay, Uruguay…”. Allí, muy cerca, el Frente Amplio buscará templar la voluntad de sus militantes para ir a las elecciones que les puede devolver el gobierno oriental.

Aires de balotaje

El domingo 27, Uruguay elegirá presidente y vice, 30 miembros de la Cámara de Senadores (16 serían mayoría absoluta) y 99 de la de Representantes (50). Ya no son 147.124 candidatos en las boletas (un electorado de 2,76 millones y una población de 3,44) como hubo en las internas del 30 de junio. «Un ratio único en el mundo, un ejemplo democrático», se jactó un político oriental, hoy opositor. De todos modos, una cuarta parte de los candidatos mantienen sus expectativas: cada fuerza lleva una sola fórmula presidencial, pero varias listas para legisladores. En 2019 hubo 53 para votar a Daniel Martínez, Luis Lacalle Pou, Ernesto Talvi y otros presidenciables. Esta vez habrá 91, de un total, en todo el país, de 1734 (998 en 2019).

¿Habrá balotaje el 24 de noviembre? ¿Habrá mayorías parlamentarias?

Son las incógnitas más significativas. La ventaja del FA en el ítem presidencial es clara: según la encuestadora, va del 42% al 47%, con un de 6% a 9% de indecisos. Lo que parecía un indiscutible segundo puesto de los blancos del Partido Nacional (Alvaro Delgado-Valeria Ripoll) ante sus socios contemporáneos, los colorados (Andrés Ojeda-Robert Silva), algunos recientes sondeos marcan un acercamiento fuerte. Por caso, el Grupo Radar los pone con 19% y 18%, respectivamente. Muy lejos de ellos, Cabildo Abierto (Guido Manini Ríos-Lorena Quintana) arriman el 3% y el Independiente (Pablo Mieres-Mónica Bottero), el 2%. Esos partidos (más el olvidado De la Gente) conforman la alianza multicolor que hoy gobierna. De volver aliarse para el balotaje, arrimarían el 42%. Pero las aritméticas no son así de directas en cuestiones políticas.

En cambio, las consultoras Nómade y Proyección pronostican una luz mayor entre blancos y colorados. Factum es más benévola con el partido Nacional y aproxima al oficialismo a una recuperación en segunda vuelta.

Dos plebiscitos

Además de las presidenciales se votan dos plebiscitos el domingo próximo en Uruguay.

El relativo a la seguridad social (motorizado por el PIT-CNT y organizaciones sociales) busca modificar aspectos fundamentales del sistema jubilatorio a través de una enmienda constitucional. Esta modificación fue impulsada luego de la reforma previsional aprobada por el gobierno de Luis Lacalle Pou en 2023, que incluyó el aumento de la edad mínima de jubilación a 65 años.

Por su lado, el otro plebiscito es sobre allanamientos nocturnos busca modificar el artículo 11 de la Constitución, que actualmente prohíbe los allanamientos en hogares durante la noche, permitiéndolos únicamente durante el día, previa orden judicial.