Esto expresó Nicolás Bossel, en comunicación con Tren de Veano, en relación a los 80 despidos ocurridos ayer en las concesionarias Escobar Nation.
“El modelo de gobierno está arrastrando a las fábricas, autopartistas y el último eslabón es el concesionario”, dijo el delegado de Smata de la concesionaria Escobar.
“Es un contexto raro, nos duele que se eche al personal, pero entendemos la situación. Lo que planteamos a la patronal, que tiene buena predisposición para el dialogo, es ver de reubicar la gente, tratar de sacar lo tercerizado para mantener la fuente de trabajo. Somos conscientes que no sabemos cuántos se van a poder reincorporar, pero queremos que sea la mayoría”, manifestó.
Bossel contó que la empresa creció mucho en los últimos 10 años y que siempre invirtió. Pero ahora, como “a los concesionarios lo maneja la venta, al no venderse empieza a caerse todo a pedazos”.
Los trabajadores y trabajadoras echados pertenecen a todos los sectores: posventa, repuestos, vendedores y administrativos, y tienen una antigüedad entre 1 y 8 años. Hasta ahora no han echado a la gente con más antigüedad.
“Se ve una recesión en las ventas, y nosotros dependemos de si se vende o no. Con el dólar los coches han subido en algunos casos hasta el doble. Al laburante que antes podía pagar un plan de ahorro hoy se le fue la cuota al doble, termina abandonando y pierde lo que ya pagó o decide venderlo. Estamos parados en la entrega de ceros. Si bien se reactivó en enero, es normal que se reactive por las compras del año pasado”, explicó.
Ayer la empresa les comunicó a sus empleados el despido, el encargado de cada sector los llamó y les entregó la copia del telegrama que les iba a llegar a su domicilio. La empresa les aclaraba que está en concurso preventivo de crisis y que por eso prescindía de su servicio. El viernes tienen una audiencia en el Ministerio de Trabajo.
“Lo siento como propio, yo tengo 20 años en la empresa, en el 2001 a mí me tocó lo mismo. Gracias a dios con el gremio Smata me reincorporaron. Ayer tenía un nudo en la garganta porque me hacía acordar a cuando me habían despedido a mí. Igual al 2001, las mismas caras. Ver tus compañeros que pasan con el telegrama en la mano fue terrible”, lamentó.
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