La tarde del sábado transcurría tranquila en la capital santafesina, cuando C.B.N., un conductor de Uber de 36 años, atravesaba la zona noroeste de la ciudad después de dejar a su último pasajero. El viaje parecía concluir sin contratiempos hasta que, al llegar a la esquina de Alberti y Menchaca, la pesadilla se desató.