El juez De Giorgi ordenó detener a Hebe de Bonafini, pero un fuerte apoyo impidió que la medida se concretara. La orden de detención sigue vigente.

El juez federal Marcelo Martínez de Giorgi pretende encarcelar a la histórica presidenta de Madres de Plaza de Mayo. Es porque en dos oportunidades no se presentó a declarar como acusada en la causa en la que se investiga el desvío de fondos públicos para construcción de viviendas que se realizaba a la fundación Sueños Compartidos. Las madres aseguran que fueron engañadas por el apoderado de la fundación, Sergio Schoklender, y que él es el verdadero responsable.

Ayer, cuando la policía intentó cumplir la orden de detención, un cordón humano protegió a Hebe tanto en la casa de las Madres como en la Plaza de Mayo.

En la tradicional ronda de los jueves, leyó la carta presentada al juez:

“Siempre estuve a disposición de la verdad (…) Otra vez sufrimos en carne propia la burla, nos castigan a ancianas de 85 a 90 años y nos condenan a pagar las deudas injustas y ajenas. Las Madres siempre vamos a defender los valores de solidaridad y extender las manos a los vulnerados”.

 

“No estemos tristes, afligidos, callados o quietos. La movilización de los pueblos es lo que libera. Las Madres vamos a seguir en esta posición inclaudicable para que no sigan avanzando sobre nosotros. Ya demasiado hicieron en siete meses. Macri, pará la mano”, expresó por la tarde en el acto donde la acompañaron referentes de distintas organizaciones.

Testimonios de apoyo a Hebe

 

 

La orden de detención sigue vigente. Para hoy está previsto que Hebe de Bonafini viaje a Mar del Plata para participar de un encuentro de comunicación.

Carta completa

Me dirijo a Ud. Para manifestarle el motivo de la respuesta a su citación.
Que desde el año 1977, más precisamente el día 8 de Febrero de ese año, vengo padeciendo las agresiones de la mal llamada justicia, implementada por jueces de la Nación. En ese momento empezó mi calvario, hice 168 presentaciones por mi hijo Jorge, luego en conjunto reclame por mi otro hijo Raúl, que fue desaparecido en diciembre del mismo año, en una constante peregrinación por los juzgados, siempre padecí las mismas injusticias, las mismas agresiones. Luego en mayo de 1978, desapareció también mi nuera María Elena, nada cambio.
Siempre la misma ignominia, la misma indiferencia, yo sentía como la denominada justicia era cómplice de los asesinos militares y marinos. Una justicia sin solidaridad, sin sentir por los otros, sin sufrir por ellos.
Después de un tiempo en el año 2001, más precisamente un 25 de mayo, a mi hija María Alejandra que se encontraba sola en mi casa, mientras yo estaba de viaje, la torturaron casi hasta matarla. Y allí otra vez mi peregrinación para ver si encontraba algún juez que nos muestre el valor de la Justicia, y que esta existía, pero otra vez la burla y la sin razón.
Y llego el caso Schoklender, allí las madres con gran esfuerzo aportamos voluntariamente 60 cajas con pruebas, junto con 40 backup, y otros elementos más, primero a Oyarbide y después a ud. que ni siquiera leyeron algo de lo aportado.
Asistimos cuantas veces nos llamaron a declarar, hicimos pericias de las firmas que constataron que no eran mías, siempre a disposición por la verdad, incluso hace unos meses asistí voluntariamente a su despacho para informarme ante la indigna marcha de la causa.
Y otra vez sufrimos en carne propia la burla, que nos castiga a todas, ancianas de 85 a 90 años, y nos condena a pagar las deudas, injustas y ajenas.
Las madres siempre vamos a defender los valores de solidaridad social, extender las manos a los vulnerados, por sus sueños, en este tiempo y en los que vendrán. Y vamos a luchar para que alguna vez nos enfrentemos con jueces probos que nos ayuden a sentir en nuestros cuerpos el valor de la Justicia.

 

 

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