El gobierno argentino remata IMPSA, una empresa de alta tecnología única en el mundo, por solo 27 millones de dólares a Arc Energy, firma estadounidense con lazos con el expresidente Donald Trump. La venta de este activo estratégico, capaz de producir reactores nucleares y turbinas de gran porte, amenaza la soberanía energética del país y pone en riesgo el futuro de más de 100 pymes nacionales. Críticos denuncian una decisión cortoplacista que podría tener graves consecuencias para el desarrollo industrial y tecnológico de Argentina.

Por Javier El Profe Romero(En Orsai)

El gobierno de Javier Milei ha concretado la venta de IMPSA (Industrias Metalúrgicas Pescarmona), una empresa argentina de alta tecnología única en el mundo por sus capacidades, a la compañía estadounidense Arc Energy por la suma de 27 millones de dólares. Esta decisión ha generado una ola de críticas y preocupaciones sobre el futuro tecnológico y energético de Argentina, especialmente considerando los vínculos de los compradores con el ex presidente Donald Trump.

Un Gigante Tecnológico en Manos Extranjeras

IMPSA, reconocida como una de las cinco empresas en el mundo capaces de producir bienes de capital de alta complejidad, incluyendo reactores nucleares, grúas de gran porte y turbinas, ha sido un pilar fundamental en el desarrollo industrial argentino desde su fundación en 1907. La empresa cuenta con más de 660 empleados altamente calificados, de los cuales un 35% son ingenieros, y genera contratos directos con más de 100 pymes nacionales.

 

La venta a Arc Energy, una empresa cuyos directivos han sido identificados como donantes de la campaña presidencial de Donald Trump, plantea serios interrogantes sobre las motivaciones detrás de esta transacción. El presidente de Arc Energy, Jason Arceneaux, y otros directores de la compañía han sido vinculados públicamente con el ex mandatario estadounidense, lo que añade un componente geopolítico a la operación.

La enajenación de IMPSA podría tener graves consecuencias para la autonomía energética y tecnológica de Argentina porque el país ahora deberá gastar dólares para mantener sus centrales hidroeléctricas y nucleares, perdiendo capacidad de producción nacional.

 

También se pierde una pieza clave en proyectos de vanguardia como el reactor nuclear modular pequeño CAREM, tecnología nuclear de punta desarrollada en Argentina.

Y además más de 100 pymes argentinas que formaban parte de la cadena de proveedores de IMPSA podrían verse afectadas negativamente.

Antes de su venta, IMPSA mostraba signos de recuperación y expansión global:

° Había ganado licitaciones en varios países, incluyendo un contrato con la Armada de EE.UU.

° Mantenía operaciones en más de 40 países y filiales en China y Malasia.

° Exportaba el 85% de su producción, siendo un actor clave en mercados como Brasil, Chile, Perú, Colombia y México.

 

La decisión de vender IMPSA después de mantenerla paralizada durante 2024 ha sido criticada como una movida cortoplacista que podría comprometer el futuro industrial y tecnológico de Argentina. Esta venta no solo representa la pérdida de un activo estratégico sino también un golpe a la capacidad del país para competir en el mercado global de alta tecnología.

La operación, que incluye la asunción por parte de Arc Energy de una deuda de 576 millones de dólares, ha sido celebrada por el gobierno de Milei como un paso hacia el objetivo de déficit cero. Sin embargo, críticos argumentan que se está malvendiendo un activo nacional crucial a un precio irrisorio, considerando su valor estratégico y potencial económico.

Esta privatización marca el inicio de un programa más amplio de venta de empresas estatales impulsado por el gobierno de Milei, generando preocupación sobre el futuro de otras compañías públicas y el impacto en la soberanía económica y tecnológica de Argentina.

 

 

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