Si el domingo se repiten los resultados de las Paso, el PJ conseguirá mayoría en ambas cámaras pero con el desafío de articular tres espacios: el kirchnerismo, los legisladores que responden a los gobernadores peronistas y el Frente Renovador. En Juntos por el Cambio, se anticipan tensiones por el liderazgo de la bancada.

De repetir el triunfo de las elecciones primarias, el Frente de Todos –la coalición que agrupa al PJ y al kirchnerismo detrás de Alberto Fernández- ostentará un claro dominio en ambas cámaras del Congreso, una ventaja que el presidente Mauricio Macri no gozó durante sus cuatro años de mandato. De todas maneras, aún en la derrota, la bancada de Juntos para el Cambio engrosará su representación legislativa y se erigirá en la segunda fuerza, siempre que logre mantener su unidad.

En las elecciones del domingo próximo se renovarán 130 bancas de la Cámara baja. Si se replican los mismos resultados de las primarias, el Frente de Todos cosecharía más de la mitad, unos 68 escaños. Así, esta coalición se posicionaría en primer lugar y pasaría del centenar de diputados que tiene actualmente a un bloque que oscilaría entre los 117 y los 120 miembros. Si se considera que la mayoría se alcanza con 129 legisladores, con el aporte de un puñado de bloques aliados el quórum estará al alcance de la mano, razonan en el peronismo.

En el Senado, salvo un inesperado y dramático giro que no se avizora en el horizonte electoral, el PJ se impondría en siete de los ocho distritos que renuevan su representación y se aseguraría el quórum propio, sin tener que recurrir a fuerzas aliados. Será un bastión netamente kirchnerista si Fernández resulta electo presidente: su compañera de fórmula, la expresidenta Cristina Kirchner, tomará las riendas de la administración de la Cámara alta mientras que el manejo parlamentario recaería en uno de los laderos de confianza: Oscar Parrilli, exsecretario general de la Presidencia y futuro senador por Neuquén, y la actual legisladora mendocina Anabel Fernández Sagasti, son los mencionados por Cristina para ocupar la presidencia provisional del Senado.

Aunque suene paradójico, aún en la derrota la coalición Juntos por el Cambio aumentaría su número de bancas en ambas cámaras. Este fenómeno se explica por la fuerte polarización electoral que se vio en las Paso entre el Frente de Todos y el actual oficialismo en detrimento de las terceras fuerzas. De repetir esta misma concentración de votos, se vería drásticamente reducida la representación de los llamados “bloques neutrales”, aquellos que, durante la gestión de Macri (con un bloque en minoría) aportaron sus votos para la sanción de las leyes.

En el Senado, el bloque de Juntos por el Cambio pasaría de sus 24 miembros actuales a contar con 27 senadores si replica el triunfo en la Capital. En la Cámara de Diputados, en tanto, de repetirse los resultados de las primarias el bloque pasaría de los 107 diputados actuales a 111 miembros.

Sin embargo, las perspectivas se anticipan complejas para la coalición. Aún si gana las elecciones -la hipótesis menos probable-, seguirá en minoría y no contaría -como ahora- con el auxilio de terceros bloques fuertes para la sanción de las leyes. En caso de una derrota y de pasar a la oposición, enfrentará no sólo el desafío de evitar la ruptura, sino que en simultáneo se librará una fuerte disputa interna por el liderazgo de la bancada. Dos actores de la UCR protagonizarán la pulseada: el cordobés Mario Negri, actual jefe del interbloque de Cambiemos, y el gobernador Alfredo Cornejo, quien llegará de Mendoza a la Cámara baja con toda la intención de inaugurar el “posmacrismo”.

En el Frente de Todos, mientras tanto, los liderazgos ya estarían definidos: Sergio Massa, líder del Frente Renovador, presidirá la Cámara de Diputados, mientras que el santafecino Agustín Rossi, actual jefe del bloque kirchnerista, comandará la bancada del Frente de Todos. Sin embargo, no todo será tan lineal como lo fue durante la era kirchnerista: en aquel entonces el bloque del Frente para la Victoria era una única amalgama de diputados peronistas y kirchneristas disciplinados tras de las órdenes del Poder Ejecutivo sin capacidad de disenso interno. Sin embargo, la dinámica del futuro bloque oficialista cambiaría drásticamente si Fernández resulta electo; en lugar de una única bancada se articularía un interbloque en el que cada agrupación que integra el Frente de Todos mantendría su autonomía. Así, en ese interbloque convivirían, cada uno en su propio espacio, el kirchnerismo (que será el más nutrido, con unos 38 legisladores);  los representantes de los gobernadores peronistas (que se escindirán de Alternativa Federal) y el Frente Renovador.

Esta fórmula de convivencia interna tendría la ventaja de congregar a todos las vertientes del peronismo en un mismo espacio; la desventaja es que no ofrece garantías de disciplina interna y, por lo tanto, las mayorías se mostrarían muy lábiles. En este contexto, el papel de Massa, uno de los hombres más cercanos e influyentes del entorno de Fernández, será clave. En efecto, el tigrense se propone no sólo actuar como moderador frente a las eventuales tensiones que surjan dentro del conglomerado peronista-kirchnerista, sino que su objetivo será, además, concitar el apoyo de sectores de la oposición para dotar a las futuras leyes (sobre todo las más complejas) de la mayor legitimidad política posible.

Fuente: Aire de Santa Fe

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