Toyota, General Motors y el gigante de envases Cattorini mandaron listas con subas de entre 1,5 y 7 por ciento. La buena, Shell y Axion se plegaron a YPF y bajaron un 4 por ciento.
El ministro de Economía, Luis Caputo, se embarcó en la compleja tarea de pedirles a las empresas que no suban los precios, dinámica que no sólo pone a las firmas negociando del lado del poder sino que, además, debilita la posibilidad del Estado de imponer políticas que eviten esas subas. Lo que le pasa a “Toto”, ya les ha pasado a otros ministros y secretarios de todos los gobiernos, y es que mientras pide el favor, las empresas le dicen que sí por un rato y días después vuelven a aumentar.
Yendo a los casos puntuales, en las últimas horas se dieron dos episodios muy claros: por un lado, dos automotríces y un gigante de los envases de vidrio pasaron fuertes aumentos de precios; mientras que, en la otra esquina, las petrolera se alinearon a la estatal YPF y bajaron sus combustibles un 4 por ciento promedio.
La referencia es para General Motors y Toyota, que aumentaron un 1,5 por ciento y la fábrica de envases Cattorini, que avisó que está mandando en breve listas con aumentos del 7 por ciento. Esta última fábrica es central en la formación del precio final porque abastece a la mayor parte de las empresas de alimentos y bebidas. Es decir, ese porcentaje aplicado al insumo difundido se pasará a los valores de los productos terminados en góndola.
El caso con las firmas de autos es curioso porque, además, se da luego de una pulseada pública que Caputo tuvo con el sector, precisamente por haber aumentado justo cuando el Gobierno intentaba evitar el impacto de la devaluación en los precios. Hace unos días, un periodista alertó de aumentos de hasta el 3,5 por ciento de parte del grupo Stellantis (Citroen, Fiat y Peugeot), una publicación que generó la reacción de Caputo en redes sociales.
“Si fuera cierto, sería un cambio en la relación de confianza construida con esta industria. Y si se rompe esa confianza, que tanto costó construir, nosotros usaremos nuestras herramientas para defender a los consumidores”, expresó el ministro de Economía. Unas horas después, ese grupo empresario se vio obligado, por la presión del Gobierno, a emitir un comunicando asegurando que suspenderían los aumentos hasta nuevo aviso, pero el resto de las marcas no parecen haber atendido a los pedidos oficiales.
Vale decir que meses atrás, a Caputo le pasó lo mismo con las alimenticias. La mayoría envió listas con subas de entre 9 y 15 por ciento, y terminó escrachando en público a dos de ellas, Molinos y Unilever, que aceptaron suspender las listas. El resto, sostuvo los aumentos.
Qué puede pasar con el IPC
En este órden de cosas, y como el dólar finalmente no saltó hasta ahora a los 1400 pesos del techo de la banda, la devaluación tuvo un paso a precios desparejo y por debajo de las expectativas. En el inicio, las consultoras privadas estimaron una inflación de entre 4 y 5 puntos, dando por hecha una devaluación superior al 20 por ciento. Luego, con el dólar en 1200 pesos, lejos del anhelo oficial de llevarlo a 1000 pesos, volvieron a hacer los cálculos y el IPC quedó de la siguiente manera.
Casi todas indentificaron una desaceleración en los aumentos de alimentos luego del 6 por ciento de inflación del rubro en marzo. Pero nadie se anima a pronosticar cuánto subirán los alimentos en general. Sí hay estimaciones sobre el IPC general: en PXQ, la consultora de Emmanuel Álvarez Agis, se pronosticó una inflación del 3,1 por ciento para abril, por debajo de la de marzo.
Asimismo, en Eco Go, la consultora de Marina Dal Poggetto, que aún no incluyó los datos de inflación de alimentos de la última semana del mes, estiman un IPC del 3 por ciento. En la firma entienden que la devaluación del 8 por ciento que operó tras el acuerdo con el Fondo Monetario (FMI) impactó, más que nada, en el rubro electrodomésticos y en aquellos durables con componentes importados.
El dato más sorprendente de todos los que midieron del lado privado es el de la consultora Analytica, que luego de ver los precios de la tercera semana del mes apostó a un IPC general del 3,8 por ciento, por encima de su estimación de marzo pero en línea con la medición de ese mes de INDEC.
En el pelotón hay, además, otros como C&T, que estiman una desaceleración en torno al 2,7%, un punto por debajo de marzo. Y Libertad y Progreso, que estima una inflación del 3 por ciento para abril, dado que no vieron alimentos subiendo demasiado. El único de los consultores que, hasta hoy, vio un IPC mucho más bajo que en marzo fue Orlando Ferreres: la empresa especuló con que la inflación del período podría estar en 2,5 por ciento, m,uy por debajo de la inflación del mes de marzo.
Fuente: Página 12
Comenta sobre esta publicación