Como consecuencia de la reducción de los stock, las fábricas endurencen su política comercial. Estiiman que en unos meses, faltarán autos.
Por ejemplo, Volkswagen incrementó un promedio de 10% en su lista oficial y le quitó $40.000 a la bonificación que ofrecía por el Gol. Con este ajuste, se produjo un hecho simbólico: este modelo pasó la barrera del millón. La versión más equipada de este clásico de la marca –en otros momentos peleando un puesto en el ranking de los vehículos más accesibles – cuesta ahora más de $1.091.150. Es cierto que cuenta todavía con un incentivo de $160.000 pero el precio oficial es el otro.
Renault, por su parte, subió 5% el precio de modelos como el Kwid pero, a su vez, redujo en unos $40.000 el descuento que se ofrecía por lo que el aumento respecto al valor que se conseguía en octubre es mayor. Fiat es otro caso en el que disminuyó las bonificaciones en modelos como el utilitario Fiorino. Toyota también dio de baja las bonificaciones que ofrecía en septiembre y lleva con su red de concesionarias una política especial. Si bien aumentó la lista hasta un 7%, le permite a los dealer reponer unidades con precios de septiembre o de octubre.
Esto también dependiendo de la necesidad de reducir stock en algunos modelos. Por ejemplo, el Corolla que, antes de fin de mes, tendrá su renovación en el tope de gama y la llegada de la versión híbrida. Para marzo, se completará con otras versiones. Mientras tanto, los vendedores deberán deshacerse del stock actual.
El resto de las marcas aplicó aumentos de un 6% en promedio.
En muchos casos, la política de aumentar las listas y aplicar bonificaciones es para tener una caja segura a través de los que se suscribieron a un plan de ahorro. Estos pagan la cuota en base al precio de lista, lo que provocó una andanada de quejas y medidas judiciales. En algunas marcas, representa 30% de su facturación. También lo hacen por presión de las casas matrices que obligan a tener sus listas oficiales a valores de equilibrio financiero aunque después se pierda rentabilidad con los descuentos. Además, en caso de recuperación de mercado, no necesitan hacer aumentos postergados para llevar los precios de transacción al nivel deseado. Con sólo quitar los incentivos, están cubierto.
Otra ventaja no buscada podría ser que, si tienen algún pedido del próximo gobierno de “concertar” baja de precios en el marco de un pacto social global, tendrían un colchón para hacer frente sin entrar en números rojos.
Fuente: Ambito
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