Con toda la pompa, la administración ultraderechista anunció su plan para licitar cuatro espacios en el edificio donde funcionó el Palacio de Correos y Telecomunicaciones. Sin embargo, hay preocupación por esta decisión en el medio de un marco de desfinanciamiento y deterioro edilicio.
En medio del avance de las políticas de privatizaciones y el desmantelamiento del Estado, el anuncio del Gobierno de la concesión de espacios del Centro Cultural Kirchner (CCK) —que en octubre renombraron como “Palacio Libertad. Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento”— a entidades privadas para la realización de bares y restaurantes encendió las alarmas. Mientras algunos trabajadores del lugar afirman que no hay posibilidad de que se generen cambios que perturben el patrimonio nacional -el edificio se encuentra protegido desde 1997 por la Ley de Patrimonio Histórico- otros remarcan que la gestión ultraderechista se limitó a rebautizar el lugar mientras se agrava su deterioro edilicio, a raíz de la desinversión en tareas de mantenimiento.
“No hubo inversión en mantenimiento en este tiempo en cuestiones básicas, como de reparación de ascensores o de escaleras mecánicas“, indicó a Página|12 alguien que conoce bien los pasillos del CCK, pero que pidió preservar su nombre.
El anuncio
La gestión de La Libertad Avanza consignó que la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), bajo la Jefatura de Gabinete, será la encargada de llevar a cabo el proceso de licitación de cuatro espacios -cada uno por el plazo de cinco años- dentro del edificio ubicado entre la Avenida Corrientes, Avenida Leandro N. Alem, calle Bouchard y calle Sarmiento.
Por un lado, se concesionarán “dos espacios”: uno en “el Sector Alem, planta baja“, para un “Espacio Gastronómico Principal Bar–Cafetería” de una “superficie aproximada de 237,98 m2“; y otro “Espacio Tipo Cafetería Para Cobertura de eventos“, ubicado en el “Sector Além, 2º Subsuelo”, al que “le corresponde una superficie aproximada 52,08 m2“.
En tanto, otros dos espacios que entran en concesión son, por un lado, un “Espacio Gastronómico Panorámico de Estilo Gourmet” que se encuentra en el octavo piso; y por el otro, un “Espacio Gastronómico Panorámico de Estilo Gourmet” en el piso noveno. Estos sitios cuentan con “una superficie total aproximada de 1.095,51 m2, determinándose para el espacio del Piso 8º una superficie aproximada de 389,90 m2 y para el del Piso 9º una superficie aproximada de 705,61 m2″, precisaron. Son los niveles de la cúpula del edificio.
“Este proyecto fomenta la participación privada y fortalece la economía, generando empleo y brindando servicios de calidad a los visitantes”, aseguran desde el Gobierno.
Durante los años anteriores se realizaron algunas actividades gastronómicas especiales, pero nunca de forma permanente. En el noveno piso, donde se encuentra el área más grande disponible para un restaurante, se realizó en 2019 una serie de propuestas gratuitas y públicas con chefs y cocineros profesionales, que tuvo un alto acompañamiento. Además, espacios como este fueron alquilados temporalmente por las gestiones culturales para diferentes propuestas privadas y públicas.
Nada que romper
En diálogo con este medio, el coordinador de guías del Centro Cultural Kirchner, Juan Fazzito, aseguró que desde su inauguración en el 2015 el CCK albergó la posibilidad de que se abrieran espacios gastronómicos en distintas áreas del edificio con el fin de ofrecer una experiencia completa a los miles de visitantes que llegan a diario. Sin embargo, por cuestiones burocráticas, los lugares destinados a cafés y restaurantes nunca fueron habilitados.
“En el proyecto presentado por el estudio de arquitectos B4FS, el que interviene en la conversión del Palacio de Correos a Centro Cultural, ya estaba planteada la idea de la instalación de los diferentes espacios gastronómicos dentro del edificio. Es más, eso está ya todo hecho: el edificio ya cuenta con las cocinas y la instalación lista para tener diferentes espacios gastronómicos. El problema fue que el Centro Cultural se inauguró en 2015, a finales de una gestión de Gobierno, y no dieron los tiempos para las licitaciones como corresponden. Eso fue dilatando los tiempos”, explicó el guía.
“Es decir, lo histórico es un bloque que va desde el primer subsuelo hasta el noveno piso. Los otros dos tercios del edificio, correspondiente al área industrial, es la parte que no había sido declarada histórica, por eso se pudo construir la Sala Sinfónica, la Sala Argentina, y la Gran Lámpara“, detalló.
Sin embargo, la persona que está en la diaria del CCK apuntó que la gestión mileísta desfinancia el espacio. “Desde el año pasado nos pasa mucho que hay familias que se quedan atrapadas en un ascensor por fallas eléctricas y no pueden salir por 40 minutos. También se dejaron de mantener los baños, decayó el estado de limpieza…“, criticó.
Además, remarcó que hubo una importante parte del plantel de trabajadores que se vio obligado a renunciar “por los bajos salarios“. “Están ahogando al trabajador con sueldos bastantes bajos en relación a otros ministerios. Es parte del achicamiento del Estado, les sale mucho más barato esto que una ola de despidos. Y, en ese sentido, la cantidad neta de trabajadores del CCK queda muy justa” en relación a la magnitud del lugar.
Más un shopping que un centro cultural
Para Fazzito, la posibilidad de que se abran cafés y restaurantes en el gran edificio tendrá un impacto positivo, tanto para visitantes locales y turistas, como para los propios trabajadores del lugar.
“Seguramente esto ayude a que siga viniendo más gente al centro cultural, va a convocar a más público“, sostuvo. Antes de que se convierta en el CCK por iniciativa de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández, el edificio del ex Correo Central albergaba dos restaurantes. “Antes era muy popular estar en el microcentro e ir a comer a ese lugar. Se ubicaba del lado industrial y tenía la capacidad de atender a 3000 comensales al día”.
No obstante, la fuente cercana al CCK discrepó con esta idea: “No creo que tener inversores privados en este tipo de espacios sea una buena idea, la verdad. Todo depende de cómo lo gestionen. Lo que están diciendo es que ese espacio va a pasar a ser un restaurante de lujo, de alta categoría, y eso a nosotros nos perjudica. No es algo pensado ni para el trabajador ni para el consumidor medio de la cultura de Buenos Aires. Está pensado para que vengan otras personas… Me parece que hay otros espacios para eso“, opinó.
El guía, por su parte, consignó que en las gestiones anteriores no se consiguió licitar los tres espacios que ofrece el centro cultural por los complejos trámites burocráticos o factores externos, como lo fue la pandemia del coronavirus.
“Los tiempos administrativos en el Estado nacional son muy muy largos, y más en un edificio histórico, donde hay que tomar un montón de recaudos. Siempre es una polémica todo lo que se haga dentro del edificio. Todas las autoridades son muy celosas de que lo que sucede en el Centro Cultural”, analizó.
Sin embargo, se mantuvo optimista con la oportunidad que se plantea en este caso. “La queja al público es no hay nada para tomar y que no hay lugar donde sentarse. Por eso creo que un bar o restaurante va a terminar de complementar un poco para lo que fue pensado el Centro Cultural“, concluyó.
En tanto, quien está en la cotidiana del lugar consideró que las áreas dedicadas a gastronomía pudieron no haberse licitado “por una decisión de no darle sus espacios a un privado, y para tenerlos a disposición en función de lo que el Centro Cultural necesitara”.
“Creo que, de esta manera, un poco deja de funcionar como centro cultural y espacio de distensión y aprendizaje, para pasar a convertirse en un shopping con patio de comidas“, cuestionó.
Y siguió: “Los trabajadores de esas empresas privadas de las conseciones no conocen el centro cultural, su historia, su patrimonio… Estamos hablando de un edificio histórico que va a tener otro flujo de gente dando vueltas, y es importante resguardarlo, que los espacios se mantengan“.
Breve repaso de la historia del CCK
Emplazado en un emblemático edificio de más de 100.000 metros cuadrados de superficie, el ex CCK es, en tamaño, el centro cultural más importante de América Latina y está en el podio mundial junto al Centro Pompidou, de París, el Foro Internacional de Tokio, y el Lincoln Center, de Nueva York.
Pero, ¿de dónde surge y por qué su inmensidad? Durante la década de 1880, el entonces presidente Miguel Juárez Celman impulsó la construcción de un gran palacio que fuera la sede central de la Dirección de Correos y Telégrafos, el medio de comunicación indispensable de la época. Fue el arquitecto francés Norbert-Auguste Maillart el encargado del proyecto. La obra comenzó en 1911 y finalizó en 1928, año en que fue inaugurado por el presidente Marcelo T. de Alvear. Durante 80 años, esta construcción funcionó como Correo Central, y de sus instalaciones salían y entraban los mensajes, cartas y documentos.
En 1997, por su trascendencia e historia, el edificio y su mobiliario fueron declarados Monumento y Patrimonio Histórico Nacional. En tanto, fue sede del Correo Central hasta 2002. En 2005 se llamó a licitación para convertirlo en un Centro Cultural del Bicentenario, obra prevista para las celebraciones por los 200 años de la Revolución de Mayo de 1810.
Desde 2009 se le hicieron trabajos de restauración y puesta en valor en las cuatro fachadas y el interior del edificio, condicionadas por las leyes nacionales. Finalmente, en 2015, durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, volvió a abrir sus puertas, esta vez como uno de los centros culturales más importantes del mundo.
Hace casi un mes atrás, el oficialismo cambió el nombre del espacio cultural a “Palacio Libertad, Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento” con la excusa, según dice la resolución del Boletín Oficial de la acción, de la “recomposición de valores básicos y fundacionales” de la República.
Fuente: Página12
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