El premio Nóbel de Física llegó el 25 de marzo de 1925. Pasó 30 días divulgando su “Teoría de la Relatividad”.

Tenía 46 años al momento de su llegada al país y estaba en la cumbre de su carrera. Vino para dar a conocer su disruptiva “Teoría de la Relatividad”, terminada de publicar diez años antes. El 25 de marzo quedó inmortalizado como el día de su arribo. Dio conferencias a mitad de precio y descansó en el sur del Conurbano… Así fue el paso de Albert Einstein por la Argentina.

El físico alemán comprobó, a través de la “Teoría de la Relatividad”, que Newton se había equivocado al considerar que el tiempo y el espacio eran constantes. Él demostró que cuanto más rápido se movieran las personas, más lento pasaría el tiempo, ya que todo era relativo. Su teoría establece que la materia y la energía son intercambiables, es decir, son dos estados de la misma cosa. Esta deducción le permitió a Einstein revolucionar la ciencia.

Con el eclipse de sol de 1919 se pudo comprobar su teoría de forma práctica. El eclipse permitió a los físicos observar cómo se comportaba la luz y descubrieron que, en efecto, Einstein tenía razón. Esto lo convirtió en una celebridad mundial y por eso la Universidad de Buenos Aires lo invitó para que diera una conferencia.

Albert Einstein y una larga estadía en la Argentina

Einstein estuvo en el país durante casi un mes, en un período que tuvo partes de descanso y otras de charlas y conferencias ofrecidas por quien, pocos años antes (en 1921), había ganado el Premio Nobel de Física.

Albert Einstein y su esposa Elba Einstein a su vez eran primos segundos, arribaron al puerto de Buenos Aires en la madrugada del miércoles 25 de marzo de 1925. La pareja permaneció en la Argentina hasta el jueves 23 de abril. Fueron exactamente 30 días los que repartieron entre la Capital Federal, el Conurbano bonaerense y la provincia de Córdoba.

De la mano de Bruno Wassermann, un empresario judío alemán del rubro papelero, se alojó en su residencia en el barrio porteño de Belgrano y también estuvo en el sur del Gran Buenos Aires, más precisamente en la localidad de Llavallol, en el partido de Lomas de Zamora.

Allí pasó sus horas en la chacra que los Wassermann tenían en la esquina de las calles Moldes y Néstor de la Peña, de la que no queda casi nada y fue convertida en el Colegio La Milagrosa. Era una zona de quintas, adonde reinaba la tranquilidad, justamente lo que el físico alemán buscaba en medio de las 12 conferencias que tenía agendadas en la Universidad de Buenos Aires, La Plata y Córdoba.

Sorpresa en Llavallol: llegó el Premio Nobel de Física

Según consta en una investigación realizada por estudiantes de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, el físico y su esposa fueron llevados a la chacra por un vecino llamado Agapito Otero, de los pocos que por esos años contaba con un vehículo propio, y que se las rebuscaba llevando y trayendo pasajeros desde la estación hasta las quintas del sudeste de Lomas. La celebridad, en ese lugar, se dedicó a caminar mucho y a tocar el violín.

En uno de sus tres artículos publicados por el diario argentino La Prensa, el científico escribió: “Quiero que en la Argentina, en cuya capital reconozco un gran centro de cultura, conozca los fundamentos de mi teoría, tal como la entiendo y no bajo el aspecto en que me la presente admiradores entusiastas que, en el calor de la polémica, la desfiguran muchas veces”.

Einstein dejó el país el 23 de abril. En La Plata se negó a cobrar por las conferencias que dio pero, ante la insistencia de sus anfitriones, aceptó la mitad. Su despedida se dio luego de un acto donde fue nombrado como socio honorario de la Asociación Hebraica.

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