“La caída es casi comparada a la de una guerra”, dice Martín Gremmelspacher, vicepresidente primero de la Cámara Argentina del Libro (CAL), durante la presentación del Informe de producción del libro argentino, acompañado por la presidenta de la entidad, Graciela Rosenberg, el tesorero Juan Manuel Pampín y la gerenta Diana Segovia, en el predio de La Rural.

El eco de la palabra “guerra” resuena por su dramatismo. Se refiere a la evolución de la cantidad de ejemplares producidos. En 2018 fue de 43,1 millones, una caída de 48 por ciento respecto de los 83,5 millones de 2015. El cuadro de situación empeora cuando se compara el primer trimestre de este año. De casi 18 millones de ejemplares en 2016 se pasó a 6,5 millones en 2019, un descenso de una tercera parte. ¿Es peor que la crisis del 2001-2002?. Aunque entonces no había una medición exhaustiva y se registraban menos títulos en el ISBN, Gremmelspacher cree que la caída de 2002 no fue más allá del 15 por ciento. “Financieramente, no nos fue tan mal porque el comercio exterior subsanó la caída local y el mercado se empezó a recuperar rápidamente. Esta crisis es peor que la del 2001”.

Las pymes independientes editaron el 74 por ciento de las novedades de 2018 y el 58 por ciento de los ejemplares, contra un 26 por ciento de las novedades de los cinco grandes grupos editores –entre los que se encuentran Planeta y Penguin Random House– y un 42 por ciento de los ejemplares. La diferencia en la repartición podría ser homologable al tamaño de una hormiga con un elefante: 5 grupos versus 280 pequeñas y medianas editoriales. La edición digital mostró un leve crecimiento: pasó del 14 por ciento en 2011 al 19 por ciento en 2018.

Fuente: Página 12

Comenta sobre esta publicación