La ex tambera Cristina Coggiola relata la difícil situación que enfrentan los productores lecheros en el país, afectados por las políticas nacionales, los altos costos y la sequía.

La familia de Cristina Coggiola fue titular de un tambo durante 70 años. Pero, debido a las malas políticas nacionales que perjudicaron a ciertos sectores del campo argentino, lo tuvieron que cerrar. La ex tambera, como ella se reconoce, cuenta de primera mano la agobiante situación de la industria lechera en el país.

Al aire de Agenda Rosario, por Cadena Oh!, Coggiola señaló: “Ya no soy más tambera, soy ex tambera. Pero con la convicción de apoyar a los tamberos en lo que podamos y darle para adelante”.

De cara a las elecciones del próximo domingo, recalcó que espera que “cambien las políticas y que el domingo, cuando tenga que ir a votar, votemos bien. Y podamos arrancar con esta actividad que es muy sacrificada, pero a la vez es una actividad que da mucho trabajo. Mucha gente depende de esto, siempre decimos que la donde buscamos fuentes laborales, ahí una gran parte de fuentes laborales que estamos desaprovechando en este país”.

Por otro lado, alertó que: “El año pasado cerraron 400 tambos y este año van 200”. La semana pasada cerró un tambo muy importante en Río Cuarto. Atrás de eso hay muchísima gente que ayuda en el tambo: tamberos, veterinarios, ingenieros, empleados extras, porque no alcanza solo con un tambero. A mí no me entra en la cabeza cómo en estos días aumentó tanto el expeller, el maíz y que no haya aumentado la leche. No sé cómo hacen para sobrevivir los tambos más chicos, que siguen sufriendo que los precios son cada vez mayores y los ingresos menores”.

Para la entrevistada, el problema del cierre de tambos radica en que “las políticas no son claras, imagínate que estás produciendo un litro de leche a 110 pesos. Y compramos el expeller de soja a un valor increíble. Y acompañado a esto de que los precios no nos acompañan, está esto de la espantosa sequía. Entonces no podemos producir el propio pasto, no podemos producir el rollo, no podemos producir el maíz, tenemos que salir a comprar todo”.

Consultada sobre cuáles pueden ser los caminos a seguir para poder dar vuelta esta situación, respondió: “Yo creo que hay que sentarse a planificar con las mesas y todos juntos. Acá no es le aumento a uno el maíz y le bajo al otro. Y perjudico a la parte porcina, a la que cría pollos, a la industria lechera”.

Por ultimó reclamó: “No dejemos caer los pocos tambos que están quedando. Los tambos grandes también la sufren, pero lo que pasa es que tienen un poco más de respaldo. El chiquito no, porque lo vive día a día”.

Una vida anclada a la industria tambera

“Hace 70 años que teníamos el tambo, lo empezó mi abuela. Siempre hablamos de las mujeres empoderadas, las mujeres que arrancamos y fue mi abuela la que empezó con cuatro o cinco vacas. Era todo a la intemperie, bajo la lluvia, el sol, todo ordeñando a mano. Mi abuelo no tenía máquina, tenía un caballo y con eso sembraba. Entonces el sacrificio que hicieron mis abuelos para poder tener un tambo y yo ahora tener que cerrarlo porque vas para atrás y las condiciones cada vez son peores”.

Fuente: Sin Mordaza

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