“Estábamos moribundos y la pandemia fue nuestra guillotina”. La cruda pero realista frase es de Jorge Reynoso, uno de los referentes santafesinos de la nocturnidad. “Este rubro es el primero que cerró y el último que se habilitará”, aseguró.

El 20 de marzo de 2020 sin dudas quedará en la memoria de todos los argentinos como esas fechas que no se olvidan jamás. A partir de ese día, se decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (Aspo), y el país frenó casi la totalidad de sus actividades. Uno de los primeros rubros en cerrar las puertas fueron los locales bailables, los boliches. Pero acá en Santa Fe, la situación de este sector ya venía complicada con anterioridad.

Cuando hace unos pocos años se relocalizaron los boliches al costado de la Ruta 168, los propietarios de los grandes espacios hicieron importantes inversiones. Algo que, con el correr del tiempo, no pudo ser amortizado debido -entre otras cosas- a la falta de obras necesarias para la zona y también a la proliferación de nuevos bares, principalmente en la zona de Bulevar.

En primera persona

En la capital de la provincia, una de las voces autorizadas para hablar de la noche es Jorge Reynoso, de 57 años y con más de 30 en el rubro. Actualmente es uno de los propietarios de “La Pirámide”, uno de los imponentes complejos ubicados frente a Ciudad Universitaria. Además de ser dueño, Reynoso hoy vive en su local bailable. “Sin trabajar no podés tener serenos, y no podés dejar el lugar sin gente. Los serenos tienen turnos de 8 horas, o sea que son tres por día. Algo impagable. Este lugar quedó con problemas de iluminación. Te descuidas un segundo y te roban. Lo hicieron estando yo acá adentro. Y eso le pasa a los otros boliches”, comentó en el inicio del diálogo con El Litoral.

“Este lugar estaba ‘enfermo’ antes de la pandemia. Nosotros invertimos y vinimos con una ordenanza perfectamente clara que no se cumplió. Una ordenanza con la cual nunca estuve de acuerdo porque quienes las realizan, desconocen totalmente el terreno en el cual trabajamos nosotros. La gente que hizo esta norma nunca estuvo en la nocturnidad, ni llamaron gente para nutrirse o asesorarse en la materia”, explicó Reynoso.

La relocalización de los boliches a la Ruta 168 era un proyecto ambicioso. Pero “cuando gestaron la gran idea, se equivocaron con un montón de cosas. Por ejemplo, el lugar no tiene estacionamiento para la capacidad de gente que puede venir. Entonces nos proponían que le digamos a la gente que deje los autos en la ciudad y que vengan caminando por una zona donde no hay un sendero seguro. Pensaron que la gente con viento y frío iba a caminar por los puentes, que ni siquiera tampoco esos caminos están en condiciones. No hay buena iluminación. Es peligroso, fundamentalmente para los que van por abajo del Puente Oroño”, dijo el empresario, y agregó: “No teníamos servicios, la policía no estaba. En definitiva, fue una sumatoria de cosas por las cuales nos sentimos literalmente estafados. No nos acompañaron y después liberaron todo”.


Jorge Reynoso y su “Pirámide” de fondo.Foto: Manuel Fabatia

Los bares

“La ordenanza es muy clara -continúa Reynoso-. No puede haber pubs en la ciudad, eran para el área de relocalización. Los más de 100 bares que abrieron en los últimos años, con el nombre de lugares para cerveza, son pubs. Ahí la gente se queda hasta las 3 ó 4 de la mañana y lógicamente, dejó de ir a los boliches, porque llegar acá era engorroso, molesto, lejos, hay que pagar… Y los pubs, que se tendrían que regir con la misma normativa que los lugares bailables, no les controlan nada: ni la capacidad, ni la presencia de menores ni el horario. La gente nos dio la espalda, se volcó a los bares, permitieron fiestas en toda la ciudad. No pudieron cerrar dos de los clásicos y conocidos lugares donde se hacen los bailes de cumbia. Terminamos siendo locales de alquiler para organizadores eventuales”.

“¿Por qué no me dolió tanto como debería (el impacto de la crisis sanitaria en el sector)?”, fue la pregunta que el mismo referente del rubro se hizo durante la charla. Y su respuesta fue contundente: “Fundamentalmente porque estábamos moribundos antes de la pandemia. La pandemia fue la guillotina. Pero el desastre estaba desde antes”.

“El área de Producción del municipio está totalmente permeable a nuevos proyectos, estamos pensando en reinventarnos. Hay una intención de anexar otros rubros u orientarnos hacia otro lado. Pero hay una realidad: si la Municipalidad no pudo hacer respetar la ordenanza antes de la pandemia, ¿qué podemos esperar cuando esto se destrabe la situación?”, manifestó con sinceridad.

“Esta zona terminó siendo un remanente de alguna que otra fiesta electrónica…. La única forma de que esto funcione tendría que ser algo convocante: hacer senderos, embellecerlo, poner un destacamento, iluminar, que se haga gestión para que la gente nos apoye. Y que los pubs respeten los horarios. Veremos qué pasa después de la pandemia. Pero estoy seguro de que si no se respeta la ordenanza, esta zona así como está planificada, como un lugar de confitería bailable, no podrá funcionar nunca”, expresó.

“¿Estás cansado, te dan ganas de bajar los brazos?”, consultó El Litoral. “No, es una condición natural que uno tiene el seguir adelante. Pero no deja de ser una desazón muy grande. La Pirámide estuvo hace más de 20 años en la zona del Wall Mart. Y volví a juntar socios que pusieron mucho dinero, creyeron en la gestión, en la ordenanza y quedamos realmente desamparados. La Municipalidad mató la nocturnidad”, finalizó Jorge Reynoso.

“Nos sentimos solos, no tenemos apoyo de nadie”

Otra de las zonas de referencia para la vida nocturna en la ciudad es, desde hace un tiempo, la que está cruzando el puente “Héroes de Malvinas”, en La Vuelta del Paraguayo. Allí se sitúan, entre otros lugares, un anexo del Yacht Club Santa Fe (donde funciona “Complejo Gales”) y el Club Excursionistas, en el cual está instalado “Club 25”. Leandro Yódice y Gabriel Pedriel son sus responsables y en diálogo con El Litoral, evidenciaron la falta de respuestas oficiales que vienen teniendo. También el problema de los alquileres, que deben seguir pagando sin poder trabajar.

 


Gabriel Pedriel, Leandro Yódice y de fondo, las puertas cerradas de uno de sus locales bailables.Foto: Manuel Fabatia

Yódice: “Desde que arrancó la pandemia aceptamos todo. Pero nunca tuvimos comunicación del Gobierno, nos sentimos solos. Fuimos a la Municipalidad, hablamos con concejales. Obviamente no hay una respuesta porque es difícil, nadie sabe lo que va a pasar. Nuestro rubro será el último en comenzar, por ende nos gustaría que el Gobierno nos apoye, como lo hace con otras actividades”.

Pedriel: “Somos conscientes de lo que está pasando. Pero también entendemos que hoy ni los infectólogos saben el tiempo que puede llevar esto y cómo se va a ir desarrollando, o sea que no podemos tener fecha cierta de cuando podemos volver”.

Yódice: “A otros rubros le dieron ayuda, como por ejemplo créditos blandos. Pero a nosotros no nos ofrecieron nada. Es un rubro que terceriza muchas actividades. O sea que indirectamente, mucha gente depende de nosotros. Necesitamos una respuesta, o una ayuda con la cual acompañarnos”.

Pedriel: “Necesitamos que nos den algún tipo de solución, como sea, para continuar con esto. Poder bancar hasta que podamos abrir, que no sabemos cuándo será. Nosotros a los alquileres tenemos que seguir pagándolos igual. Algunos de los dueños a los que les pagamos no les importa el tiempo, la pandemia, nada. Sólo que se paguen los alquileres. Acá en Complejo Gales es uno de los casos que tenemos: por no haber llegado a un acuerdo en fecha del pago, ni siquiera podemos ingresar al lugar”.

Yódice: “No tuvimos acuerdo con los clubes a los que les alquilamos. Ellos dependen de esta actividad porque es el mayor aporte que le hacen. Lo que también le pedimos al Estado Municipal es una alternativa. Porque también tenemos salones de eventos. Y presentamos protocolos para poder trabajar con 30, 50 personas. Son espacios amplios. Pero nunca tuvimos respuesta”.

Yódice: “Todos los días, cada dos o tres semanas te llaman para pagar alquileres altos. Entonces sí, muchas veces dan ganas de bajar los brazos. Pero a la vez está el esfuerzo que venimos haciendo desde hace muchos años (se emociona), relegamos mucho para estar en este rubro y nos duele no sentirnos acompañados”.

Pedriel: “Llevo unos 25 años en el rubro. Y si bien este es un caso especial, teníamos dos opciones: o nos resignábamos y nos dedicábamos a otra cosa, o bancábamos la situación como lo estamos haciendo. Pero se nos hace cada vez más difícil. Tenemos nuestros lugares cerrados desde diciembre del año pasado (los de verano) y otro de los espacios desde marzo. ¿Hasta cuándo podemos seguir así? No lo sabemos. Es una realidad que es incierto todo esto, y no tenemos ni una fecha aproximada de retorno, porque absolutamente nadie se comunicó con nosotros”.

En lo personal, Leandro Yódice tiene un trabajo aparte de los boliches, y por ende puede hacerle frente, al menos, a ciertas cosas. La realidad de Gabriel Pedriel es otra, porque no tiene una labor extra. “Me estoy manteniendo como puedo. Con ayuda de gente amiga, es la verdad y no me molesta decirlo. Pero esto tiene un límite. El momento es difícil hasta para reinventarse. Empezar algo nuevo ahora, en un rubro que no conocemos, es complejo. La situación es muy complicada”.

Con información de El Litoral

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