Por Sebastián De Marco

No es una novedad que las decisiones políticas y económicas del gobierno de Cambiemos nos ha modificado la vida a la gran mayoría de los argentinos y argentinas, y no precisamente para mejor. Si no es por las tarifas, es por el miedo a quedarse sin trabajo, por no poder llegar a fin de mes,  por cuestiones más sencillas quizás: privarnos de un viaje, un asado, algunos de esos gustos que, parece, “nos hicieron creer que nosotros también podíamos tener”, a decir de funcionarios del oficialismo.

Sabemos también, y ya lo hemos hablado, que los sectores populares son los que más sienten las políticas del gobierno de Macri. Lamentablemente, así lo demuestran las frías cifras de pobreza y los abarrotados comedores comunitarios de santa fe, por ejemplo, que día a día tiene más vecinos y vecinas de la ciudad en busca de un plato de comida.

Pero  la vida de los sectores medios también empeoró. Quizás donde se encuentra buena parte del núcleo duro, como se dice en política, de los votantes de cambiemos. Varios son los motivos, pero dos ellos lo presentamos hoy.

El sueño del cero KM

El deseo de los y las asalariadas (laburantes) de poder acceder a comprarse un cero kilómetro o, incluso, un objetivo a un mayor: la casa propia. Dos sueños que, en la era de Macri, se convirtieron en una tortura.

Más de 1 millón 200 mil argentinos y argentinas adquirieron,  hace poco más de 2 años, planes de auto horro con diferentes concesionarias.  Algo que, en principio, fue presentado como la posibilidad para poder acceder un OKM.

La que escuchabas era María Pía Cazurro una vecina de Sauce Viejo.  ¿Repasamos? Adquirió un fiat palio en 2016. Valía 104 mil pesos y pagaba dos mil pesos de cuota. Hoy paga 11 mil por mes.   Pero entonces ¿cuántas veces están pagando el auto?

“Estamos pagando el valor de 3 o 4 autos”, decía María Pía. Una trampa, una estafa, decimos nosotros. De la ilusión de tener el okm, a esto, escuchá:

 

El sueño de la casa propia

Pocos deseos y objetivos más fuertes que alcanzar la vivienda propia debemos tener  los trabajadores y trabajadoras de este país.  En 2017 se lanzaron los créditos hipotecarios a 30 años.

Los créditos destinados a la adquisición de vivienda pueden ser cancelados en un plazo de hasta 30 años.  Los bancos financian entre el 75 y 85 por ciento del valor de inmuebles.  Así lo presentaba Mauricio Macri.

El presidente, entusiasmado, decía que, cada dos minutos una familia accedía a un crédito:

Parece exagerado ¿no? Bueno, escuchá esto.

Más allá de ese entusiasmo del presidente, esos datos jamás se pudieron comprobar. Pero ¿qué es los más importante de los créditos hipotecarios a 30 años? Que la cuotas se ajustan a través de la Unidad de Valor Adquisitivo (UVA), que evoluciona en función del Índice de Precios al Consumidor. Es decir, cuotas atadas a la inflación.  ¿Te imaginás lo que es una cuota de una casa supeditada a la inflación luego de la mega devaluación y record de inflación que tuvimos a partir de las políticas del gobierno de cambiemos?

Así lo cuenta Paola Gutiérrez, beneficiaria de crédito UVA

Sólo en unos meses la cuota del crédito hipotecario sufrió un incrementó del 50% pero, además, la deuda no se achica. En primera persona, Paola y Mariela Canciellere, nos cuentan cómo hacen miles de familias que tienen créditos UVA para llegar a fin de mes.

Esto es lo que están viviendo miles de familias que creyeron en la posibilidad que les brindaba el gobierno de tener una casa propia con un crédito UVA. El sueño de la casa… que se transformó en pesadilla.

Con estos dos ejemplos: auto ahorro y créditos hipotecarios Uva no sólo hay miles de familias desesperadas, sino que queda expuesto quienes son los verdaderos  ganadores y perdedores de este modelo económico: los perdedores, ya los escuchaste,  familias enteras que hoy no saben cómo llegar a fin de mes, ¿los ganadores? Los de siempre en el gobierno de Cambiemos: Las grandes concesionarias, las fábricas de autos  y los bancos. Los que, además,  se llevan de nuestro país todo el dinero que generamos los trabajadores, cuando no, nuestros sueños.

 

 

 

 

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