El equipo de Madelón jugó realmente mal, fue superado táctica y estratégicamente y no mostró nada, ni siquiera rebelión ante la adversidad.

Por Enrique Cruz / El Litoral

¿Qué le pasó a Unión?, debe ser la pregunta que muchos se hacen. Y no hay que darle tantas vueltas a la respuesta. Jugó mal. O por momentos muy mal. Ni siquiera se rebeló ante la adversidad cuando estaba perdiendo. La única reacción fue la de aprovechar la única chance de llegar al gol: a través de una pelota quieta. Antes, hubo más de 90 minutos (el gol de Calderón se produjo en el segundo minuto adicionado al tiempo reglamentario) en los que cometió errores y tuvo limitaciones al por mayor.

¿Hizo algo bien Dock Sud?, seguro:

1) fue muy bueno el planteo de De Lucca, priorizando el orden y esperando bien armado del medio hacia atrás, pero sin resignar la chance de atacarlo a Unión cuando se recuperaba la pelota.

2) aprovechó el tremendo error defensivo de Milo para convertir el gol.

3) en la primera media hora del segundo tiempo, creó varias situaciones para llegar al 2 a 0 sin necesidad de ganar en los penales.

 

Dock Sud jugó el partido que menos le conviene a un equipo como Unión: le cedió el terreno y la pelota. Lo obligó a cometer una cantidad tremenda de imprecisiones y a caer en el peor de los errores que puede cometer un equipo: el de entrar en la impotencia. Sin calma, errando mucho en los pases y sin claridad para el juego (algo repetitivo en este equipo), Unión no pudo dominar jamás el partido. Y por el contrario, el control lo tuvo siempre el rival.

No puede ser que haya dependido de un pibe de 20 años que llegó al club sin ninguna experiencia en primera como Cañete, para que se cargue el equipo al hombro e intente algo con la pelota. Para ser claros: Unión es un equipo que tiene una línea de juego y que basa buena parte de esa idea y de su estrategia en la intensidad, en la movilidad y en el hecho de convertirse en un equipo molesto para el rival, sobre todo cuando el rival es el que lo supera en juego. Algo de eso le pasó a River y a Mineiro. Pero el problema de Unión es cuando tienen que aparecer las individualidades que le den un vuelo distinto a ese funcionamiento. Los jugadores no son robots, tienen que aportar su impronta, su propio vuelo. Y la realidad es que se le ha complicado a Unión justamente eso, que al funcionamiento, a la idea de juego, se le agregue un rendimiento individual alto para potenciarlo.

 

Si para muestra vale otro botón, también se podría decir que la pelota pasó muchísimo por los pies de Calderón y Bottinelli, que son los marcadores centrales. Ellos eran los que tenían más espacio y no sufrían la presión ajena. Cuando debían aparecer los volantes (Elías y Cecchini alternando el rol de iniciadores de juego), comenzaban las imprecisiones. Se trató de abrir la cancha, pero con pocas posibilidades adentro del área cuando llegaban los centros, salvo en aquella jugada del primer tiempo cuando Bou se “comió un gol” abajo del arco.

 

El segundo tiempo de Unión fue realmente malo. Sumó delanteros (terminó con cinco jugadores con vocación ofensiva: Cabrera, Mazzola, Bou, Troyansky y Cañete), pero no faltaban hombre de ataque, sino que Unión adolecía de fútbol, de claridad, de saber armar la mejor jugada. Había definidores pero no había generadores. Y sin generación, la presencia de los delanteros se convertía en algo inútil, desaprovechado. Al punto tal que el gol lo hizo un defensor y de la única manera que se podía convertir: en una jugada de pelota quieta.
Muchos se respaldarán en las sorpresas que brinda la Copa Argentina, algo que la misma escencia del fútbol podría reconocerlo. Por algo, alguna vez lo dijo Dante Panzeri cuando escribió su “dinámica de lo impensado”. Pero hay que ir a la raiz del concepto. Lo impensado es que un equipo de la cuarta categoría le gane a uno de Primera, superándolo en lo táctico y en lo futbolístico. Se cobijará, seguramente, en esto de que el fútbol tiene una ilógica. Pero eso se da cuando se otorgan ventajas, cuando se juega mal (o muy mal como jugó Unión), cuando se regala un gol, cuando no hay reacción, cuando no hay rebelión ante la adversidad. En definitiva, eso pasa cuando se despilfarran logros o prestigio.

 

Uno a veces se pregunta por qué los jugadores, cuando van a Boca o a River, dicen que llegan a “Deportivo Ganar Siempre”. Entiendo que las presiones no son las mismas, que las obligaciones tampoco. River y Boca están obligados a ser candidatos a ganar todos los campeonatos en los que jueguen. Para Unión, eso no existe como obligación, pero debería ser un objetivo en sí mismo, el de cuidar lo que se consigue. Salvo que las limitaciones sean tan profundas, tan grandes, que emparejen niveles que no son los mismos.

 

 

BAJO LA LUPA

 

MOYANO (6).- Dos atajadas estupendas en el segundo tiempo para que el partido no se defina en los 90 minutos. Pudo atajar un par de penales pero le doblegó las manos.

BLASI (4).- Poca claridad en las proyecciones y sin destacarse en defensa. Salió por cuestiones tácticas.

CALDERÓN (6).- Junto con Moyano, el otro que “salva la ropa”. Jugó firme, concentrado, yendo fuerte en cada pelota dividida (lo sufrió Villalba en un encontronazo en el primer tiempo) y marcó el gol.

BOTTINELLI (4).- Extrañamente errático, impreciso y falto de solidez. No fue una buena noche del capitán y caudillo.

MILO (2).- Gravísimo error en la jugada del gol de Caruso, entregando la pelota hacia el medio para Calderón y sin observar que a sus espaldas estaba el delantero rival. Después, marró un penal.

CABRERA (4).- Venía bastante bien, pero dio un paso atrás. Algunos arranques esporádicos para tratar de prevalecer en velocidad, pero sin claridad. Flojo.

ELÍAS (4).- Se le notó el tiempo sin jugar, que no fue mucho pero que lo hizo incurrir en imprecisiones. Sin manejo ni claridad.

CECCHINI (4).- Otro que venía en levantada pero que frenó ese ímpetu que traía y hasta hizo un retroceso. Se alternó con Elías la función de primera puntada futbolera. No cuidaron bien las espaldas o no hubo un correcto achique de espacios de los defensores.

ALVAREZ (4).- Armó un par de jugadas interesantes en el primer tiempo y quiso hacer prevalecer su explosión y velocidad, pero no lo consiguió. Flojito.

TROYANSKY (4).- Lejos del nivel que traía desde Mendoza, cuando fue figura y convirtió dos goles. Terminó jugando por izquierda cuando se fue Alvarez.

BOU (4).- Se le negó el gol en dos ocasiones. En una, no capitalizó un centro desde la izquierda y la tiró afuera desde “abajo del arco”. En la otra, brillante ejecución de un tiro libre que pegó en el travesaño.

GEROMETTA (4).- Agregó poco y nada el pibe con su ingreso. Algunos arranques esporádicos y nada más. La idea fue aprovechar todo el ancho del campo de juego.

CAÑETE (5).- Se “cargó el equipo al hombro”. Recostado unos metros más atrás, desde allí intentó generar juego.

MAZZOLA.- Pocos minutos y sin posibilidades de aprovechar alguna pelota que le cayera adentro del área.

 

 

 

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