El descubrimiento se produjo en el barrio Villa Adelina Este, de Santo Tome. Los restos humanos son parte de un “área de cementerio” de gran valor de rito.

El Museo Arqueológico de Santo Tomé (MAST) informó este viernes el descubrimiento de restos humanos de más de mil años, ubicadas en un área de cementerio y alto valor simbólico para las comunidades que allí vivieron.

 la arqueóloga y antropóloga María Rosario Feuillet, quien dirige el equipo del MAST, explicó que el hallazgo se da en el marco de investigaciones que se llevan a cabo desde más de una década.

“Adelina Este no deja de sorprendernos”, dijo la experta, sobre el barrio santotomesino donde están las excavaciones. “No deja de brindarnos descubrimientos que nos permiten acceder al conocimiento y sobre todo al modo de vida y a la cultura de las sociedades que vivieron hace tanto tiempo en este mismo suelo que hoy es la ciudad de Santo Tomé”.

El municipio realizó un cerco perimetral para proteger la zona de trabajo, un área específica de cementerio donde hay restos de sociedades cazadoras recolectoras que vivieron muchísimos años antes de la llegada de los primeros europeos al territorio. “Estamos hablando de un rango temporal que va desde los 1400/1300 años antes de Cristo hasta el 900 después de Cristo. En el marco de estas obras han aparecido lo que era esperable: dos entierros más, que es con lo que estamos trabajando y se trata de lo que se denominan paquetes funerarios, dijo la arqueóloga.

Según Feuillet, se trata de un equivalente a las reducciones que se hacen en los cementerios actuales. “Era una práctica habitual sobre todo cuando las personas fallecían lejos del área donde estas personas decidían enterrar a sus muertos, por considerarlo un área especial, un área simbólica”, explicó, agregando que se desenterraban los huesos y se armaban estos “paquetes funerarios” donde suele haber más de una persona.

“En el caso que estamos trabajando ahora encontramos dos: uno donde hay un adulto y un niño, y otro donde tenemos restos de al menos cuatro personas”, adelantó la científica. “Es probable que estas personas hayan estado emparentadas o hayan tenido un vínculo y por eso están enterradas juntas, no es que es un depósito de huesos así nomás”.

En este sentido, remarcó que estos restos fueron enterrados con un tratamiento especial en una zona utilizada durante muchísimas generaciones, que era considerada de gran importancia. A través de distintas dataciones por carbono 14, el equipo de investigación arribó a la conclusión de que hubo “un uso continuo de este espacio” y por lo tanto concluyeron que era un lugar de rito y gran valor.

“Uno cuando trabaja con restos humanos tiene que ser muy respetuoso. Recordemos que estamos hablando de un lugar altamente simbólico para estas sociedades”, expresó.

Y agregó: “Lo que hacemos es recuperar estos elementos una vez que se corren riesgos; de hecho, en el museo no se encuentran expuestos los restos humanos. Sí hay imágenes de las excavaciones donde se pueden apreciar cómo era el contexto, pero lo importante es toda la información que nos brinda, que tiene que ver con la vida, con la cultura de estas sociedades, con el modo de vida. Lo importante es qué es lo que estaban haciendo, cómo era su día a día, su cotidianidad en este espacio que hoy es nuestro, pero que alguna vez fue de ellos”.

Por otro lado, describió la forma de trabajo extremadamente delicada en que trabajan para hacer estos descubrimientos. “Tenemos aquí un problema, que quizás en otro sitio no hay, que es un sitio que se encuentra en un área netamente urbana. El barrio Adelina Este tiene muchísima gente, hay muchísimas calles abiertas y justamente el tránsito, junto con el suelo que es un poco arenoso y demás, ha hecho que el grado de conservación no sea el mejor. Entonces tenemos que ser realmente muy cuidadosos para retirarlos y para luego, en laboratorio, poder hacer un trabajo más fino, más específico en la restauración; sobre todo para poder sacar datos”, dijo, detallando que se utilizan instrumentos como pinceles, cucharines y especas de madera.

Finalmente, invitó a visitar el Museo Arqueológico de Santo Tome, en calle Roverano 555, de lunes a viernes 8.00 a 12.00 y de 14.00 a 18.00. “En el museo lo que se pueden encontrar es justamente la historia de estas sociedades. Tenemos un modo particular de acercarnos a ella”, dijo la directora.

“Nosotros pretendemos que la gente participe y que se comprometa porque creemos que conocer el patrimonio que tenemos en la ciudad de Santo Tomé es lo que ayuda a protegerlo; y si solo nos quedamos en la exposición de algunos materiales no nos podemos acercar, no podemos generar una empatía entre este pasado tan remoto y las personas que hoy acuden”, insistió.

El Museo no ofrece únicamente imágenes vinculadas a las excavaciones, sino todo tipo de materialidad encontrada: vasijas de ofrendas funerarias; cuentas de collares; huesos de animales trabajados que funcionan como amuletos; y el relato de cómo era el modo de vida de estas sociedades.

“La particularidad que tienen nuestro museo es que no empezamos la visita dentro de la institución; empezamos la visita afuera porque consideramos que al ser el paisaje un punto tan importante para estas sociedades, arrancamos nuestra visita por fuera del museo, recorremos un poco el área de cementerio, vamos conociendo cómo era que estas sociedades utilizaban el medio en el que estaban viviendo, y por supuesto después tenemos distintas actividades”, concluyó.

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