FM Chalet dialogó con el Lic. Eduardo Chavez Molina (1) coautor junto a Mariana Sosa (2) y José Rodríguez de la Fuente (3) del informe sobre actividad laboral  y situación social en la República Argentina.

El informe de noviembre de 2025 presenta un análisis detallado de la crisis laboral y social en Argentina, destacando un marcado proceso de precarización estructural que compromete la sostenibilidad del sistema previsional y las condiciones de vida de la mayoría de la fuerza laboral.

El mercado de trabajo argentino ha experimentado una transformación regresiva, evidenciada por la destrucción neta de 407 mil puestos de asalariados formales desde el cambio de gobierno, situando la proporción de asalariados formales en un mínimo histórico del 45% del total de ocupados. Paralelamente, se ha alcanzado un récord de informalidad laboral, afectando al 48% de los ocupados en el segundo trimestre de 2025. Nueve de cada diez nuevos puestos generados son precarios, lo que consolida una recomposición regresiva del empleo.

Este deterioro es un fenómeno generalizado en todo el territorio nacional, con las seis regiones registrando saldos negativos en empleo asalariado formal. El Gran Buenos Aires es la región más afectada, perdiendo 82.167 puestos. Además, se observa una transformación estructural en la matriz ocupacional: sectores productivos centrales como la industria manufacturera y la construcción experimentaron las contracciones más severas, mientras que ramas de menor productividad y mayor precariedad, como alojamiento y servicios de comidas, mostraron dinamismo.

La precariedad se traduce directamente en una insuficiencia de ingresos. Los trabajadores expulsados del sector formal se reinsertan en condiciones de alta vulnerabilidad con ingresos aproximadamente 50% inferiores a los asalariados formales. El 72% del total de ocupados percibe ingresos mensuales de 1 millón de pesos o menos, una cifra que se encuentra por debajo del valor de la Canasta Básica Total ($1.213.799 en octubre de 2025).

La crisis de ingresos ha consolidado el fenómeno del “trabajador pobre”. El 19% de quienes trabajan una jornada laboral completa de 40 horas semanales se encuentra por debajo de la línea de pobreza. Esta tasa se dispara al 41,3% para los asalariados informales con jornada completa, en contraste con el 10,5% de sus pares formales. La insuficiencia de ingresos también se refleja en el aumento del pluriempleo, que alcanza al 12% de los ocupados, demostrando que incluso los asalariados formales deben recurrir a ocupaciones adicionales para evitar la pobreza. En total, 9,7 millones de personas (el 67% de la Población Económicamente Activa) enfrentan problemas de empleo, ya sea por desocupación, subocupación o inserción en puestos precarios.

En términos de la evolución de la pobreza por ingresos, tras un pico del 55% al comienzo del mandato del gobierno de La Libertad Avanza, el indicador experimentó un fuerte descenso, alcanzando el 31,8%, un nivel similar a finales de 2018. Esta mejora se atribuyó fundamentalmente a la desaceleración de la inflación y al crecimiento relativo de los ingresos, especialmente en los trabajadores informales.

En relación a este punto, sobre que los ocupados informales de algunas ramas en particular son los que traccionaron la salida de la pobreza a partir de una mejora en sus ingresos laborales, es preciso destacar que se trata aun de ingresos muy bajos.

Los ocupados que más incrementaron sus ingresos laborales en este ultimo año fueron los de las ramas Alojamiento y servicio de comidas (quienes en promedio cobran 563 mil pesos mensuales y solo el 8% de ellos gana más de 1 millón de pesos mensuales), los de comercio (quienes en promedio cobran 648 mil pesos mensuales y solo el 12% de ellos gana más de 1 millón de pesos mensuales), los de construcción (quienes en promedio cobran 599 mil y solo el 8% de ellos gana más de 1 millón de pesos mensuales) y los de transporte que cobran 1,1 millones en promedio y solo el 29% de ellos gana más de 1 millón de pesos mensuales).

Se identificó un “Efecto freno” y “Efecto de Flexibilidad” donde los cuentapropistas (quienes pueden ajustar sus precios o tarifas con más agilidad que un asalariado formal) lograron mejorar su ingreso real relativo frente a la canasta básica durante la desaceleración inflacionaria. Esto resultó en una reducción de la pobreza entre los cuentapropistas no calificados (del 38,8% al 36%).

Respecto a las estrategias de los hogares para afrontar la crisis, el recurso a préstamos bancarios o financieros aumentó del 10% en el segundo trimestre de 2024 al 14% un año después, aunque la utilización de ahorros y préstamos familiares se mantiene constante.

El análisis de panel de hogares (2024-2025) reveló que los hogares que lograron salir de la pobreza lo hicieron principalmente mediante la ampliación de la cantidad de ocupados dentro del hogar (pluriempleo y más miembros trabajando) y una mejora sustancial en el ingreso per cápita familiar. Es significativo que estos hogares que salieron de la pobreza mantienen una fuerte presencia en la informalidad (51% del sostén principal).

El presente informe subraya que la precarización masiva del empleo compromete las condiciones de vida y erosiona la base contributiva previsional. Se requiere un esquema de crecimiento económico sostenido que reactive el consumo y la producción para generar empleo formal, en lugar de una reforma laboral regresiva que solo profundizaría la vulnerabilidad. La situación actual es análoga a un motor que pierde sus piezas esenciales (empleos formales de calidad) y solo puede reemplazarlas con partes temporales y de menor rendimiento (empleo precario), lo que inevitablemente compromete su capacidad de funcionamiento a largo plazo.

Informe completo aquí

(1) Sociólogo e investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani

(2) Investigadora asistente CONICET. Licenciada en Sociología (Universidad de Buenos Aires) Dra. en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires)

(3) Investigador por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA). Licenciado en Sociología.

Conclusiones

El informe examina la crisis estructural del mercado laboral argentino, caracterizada por una marcada precarización del empleo y la consecuente insuficiencia de ingresos para la mayoría de la población. El análisis documenta la destrucción neta de 407 mil puestos asalariados formales, consolidando un récord histórico de informalidad que afecta a cerca del 48% de los ocupados. Este deterioro es transversal, observándose en todas las regiones y con una contracción severa en sectores clave como la industria, mientras crecen las ramas de baja productividad y menor protección social.

La crisis salarial es profunda, ya que siete de cada diez ocupados perciben ingresos insuficientes para cubrir la Canasta Básica Total, creando el fenómeno de los “trabajadores pobres”, incluso entre aquellos que cumplen jornadas completas. Aunque la pobreza experimentó una reducción reciente (alcanzando el 31.8%), esta mejora se atribuye al crecimiento relativo de los ingresos de los trabajadores por cuenta propia no calificados frente a la desaceleración inflacionaria.

Las estrategias de los hogares para salir de la pobreza se centran en el aumento de ocupados por familia y el pluriempleo, reforzando la dependencia del trabajo informal.

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