El problema de los microbasurales no es la falta de camiones, ni de campañas, ni de ordenanzas, ni siquiera de controles. El problema es la gente. Somos nosotros. Nuestra desidia, nuestra comodidad, nuestra costumbre de mirar para otro lado y tirar la bolsa donde nos queda más fácil, aunque sepamos perfectamente que está mal.
Ahora bien, dicho esto, también es justo aclarar algo: puede haber errores municipales. Puede haber demoras en la recolección, falta de presencia, controles que no alcanzan, sanciones que no se aplican o limpieza que no es constante. Eso existe y debe corregirse. El Estado tiene responsabilidades indelegables y no está exento de fallas.
Pero nada de eso justifica lo que pasa todos los días.
Cada microbasural nace de un acto consciente. Nadie “sin querer” tira un colchón en una esquina, ni “por error” arroja bolsas con residuos domiciliarios en un descampado, una zanja o a la vera de un camino. Eso se hace sabiendo. Se hace porque total nadie ve, porque “todos tiran ahí”, porque “después pasa el municipio”, porque siempre es culpa de otro.
Nos indignamos cuando llueve y las calles se inundan, pero no cuando tapamos desagües con basura. Nos quejamos del olor, de las ratas, de los mosquitos y de las enfermedades, pero seguimos alimentando el problema con cada bolsa arrojada fuera de lugar. Exigimos limpieza, pero no responsabilidad. Pedimos soluciones mágicas sin cambiar ni un solo hábito.
Hay barrios que limpian hoy y mañana amanecen otra vez llenos de residuos. ¿Quién los tiró? No fue el Estado, no fue una tormenta, no fue una conspiración: fue gente común, vecinos, personas que viven a pocas cuadras y que después se quejan del abandono. Esa hipocresía también ensucia.
Claro que el Estado tiene obligaciones: controlar, sancionar, educar, limpiar. Pero ninguna política pública alcanza si una parte de la sociedad insiste en comportarse como si el espacio público no le perteneciera. La calle no es un basurero. La esquina no es un depósito. El arroyo no es un tacho gigante donde esconder lo que no queremos ver.
Mientras sigamos justificándonos, mientras sigamos echando culpas y repitiendo que “no pasa nada”, los microbasurales van a seguir creciendo. No por falta de recursos, sino por falta de conciencia.
Fuente: Infor Mate Santa Fe

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