Este martes 28 de octubre por la mañana, el gobernador Cláudio Castro orquestó la mayor masacre en la historia de Río de Janeiro, sembrando el terror en varias comunidades y sumiendo en el pánico la región metropolitana. El operativo, que movilizó a 2.500 agentes fuertemente armados de la Policía Militar y Civil, tuvo como blanco los complejos de Penha, Alemão y Maré, dejando al menos 64 muertos y 81 detenidos, según cifras oficiales. Sin embargo, la realidad es aún más brutal, con muchos desaparecidos y heridos que no figuran en las estadísticas oficiales. Por La Izquierda Diario Brasil.


La barbarie que se apoderó de Río de Janeiro este martes es la expresión brutal de la farsa de la guerra contra las drogas, mal llamada «política de seguridad pública» que promueve la muerte y la violencia contra la población negra y pobre de las periferias y el caos en toda la ciudad.

Las víctimas de esta operación fueron, en su mayoría, jóvenes negros, quienes, como de costumbre, fueron automáticamente clasificados como «terroristas» o «narcotraficantes» por los discursos de Cláudio Castro y los grandes medios de comunicación. Para el Estado, todos los jóvenes de las favelas y las colinas son culpables hasta que se demuestre su inocencia. No hay investigación ni justicia, solo juicio sumario en forma de masacres que revelan cifras cada vez más alarmantes.

La operación de hoy se extendió por varias colinas y regiones de la ciudad: Alemão, Penha, Anchieta, Méier, Grajaú-Jacarepaguá, Cidade de Deus, Chapadão, Engenho da Rainha, entre otras. La Avenida Brasil y la Linha Amarela, importantes vías de la ciudad, también estuvieron y continúan cerradas, sembrando el caos en toda la ciudad. Escuelas, hospitales y negocios cerraron, afectando directamente a millones de trabajadores y sus familias. El pánico que se extendió por las calles de las favelas y barrios fue palpable.

Esta masacre ocurre en vísperas del inicio del año electoral, lo que evidencia aún más que la política de represión y exterminio de la población negra y pobre es una estrategia para asegurar el control social y fortalecer una maquinaria de poder basada en el miedo y la violencia. Para Cláudio Castro, la población de las favelas no es más que un «enemigo interno» que debe ser exterminado para garantizar el «orden público». Ante el caos, Castro pretende desplegar las Fuerzas Armadas y otras tropas para ganar influencia electoral y aumentar la represión en Río de Janeiro.

Basta de masacres. Basta de la absurda justificación de la «guerra contra las drogas», que no es más que un pretexto para perpetuar el racismo estructural, la violencia estatal y la represión de las clases trabajadoras. La supuesta «política de seguridad pública» de Castro y otros líderes que defiende es la defensa de la muerte. Río de Janeiro, como otras ciudades y estados brasileños, necesita políticas públicas que garanticen la vida, la dignidad y el derecho a la educación y la salud para todos, no más muertes, más dolor y más violencia.

Es hora de ponerle fin. La lucha contra la violencia policial debe ser una prioridad. Trabajadores, movimientos sociales, movimientos juveniles, movimientos de derechos humanos y organizaciones políticas de izquierda deben unirse para exigir el fin de las operaciones militares en las comunidades y exigir al Estado que rinda cuentas por sus víctimas. Justicia para todas las víctimas de la violencia estatal. Basta de la llamada guerra contra las drogas.

Fuente: https://www.esquerdadiario.com.br/Castro-promove-a-maior-chacina-da-historia-do-RJ-e-gera-caos-violento-em-toda-a-regiao

 

 

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