La economía de Milei ya destruyó el doble de firmas que la crisis del 2001 y hasta Galperín y Rocca piden que el Estado regule el ingreso de productos chinos. En paralelo, y con empresarios cercanos al Gobierno, revivió la entidad que importa autos de la mano de la invasión China. La estadística del ingreso de importados es demoledora y el acuerdo con Estados Unidos amenaza con un daño mucho mayor al entramado productivo.
La situación de la economía real, en medio de la fiesta de los mercados financieros y los importadores, pasa por debajo del radar de los análisis, pero amerita ser mirada de forma urgente. En tiempo récord, el Gobierno de Javier Milei realizó un proceso de apertura importadora y recesión por ingresos que destruyó empresas y concentró negocios, transformando a Argentina en una especie de banco de pruebas a cielo abierto de la batalla comercial entre China y los Estados Unidos. En pocos meses, el modelo que se vendió como el más pro capital, hizo cerrar a casi el doble de empresas que en 2001 y la misma cantidad que en la pandemia.
Además, los empresarios manejan cifras de espanto sobre el daño de la apertura, cifras a las que accedió Página I12 y pintan un panorama sensible: las importaciones de bienes terminados están en su nivel más alto desde el 2017 en buena parte de los rubros; lo que contrasta con la caída de 10 por ciento de la producción, si se la compara con el 2023, la era pre Milei. Tan mala es la situación general que hasta las cuatro grandes de la Alimentación reportaron balances negativos como nunca antes en la historia. Ya caen en ventas y hasta en facturación. “Se esfumó la rentabilidad”, afirman.
En paralelo, esa misma apertura que el Gobierno fomenta está produciendo el avance de importados chinos en negocios centrales, como el de los autos. Se instaló con fuerza entre los ceos el hecho de transformarse en importadores que hasta empresarios muy cercanos al Presidente tomaron lugares clave en la Cámara Argentino-China. Y revivió una Cámara importadora de vehículos, al calor de un aluvión de coches chinos de alta gama a un precio muy barato. En este marco se inscribe como un problema extra el acuerdo de apertura para que entren productos de Estados Unidos, porque recaliente la crisis de la producción y el empleo y pone al país a jugar geopolíticamente en la misma línea comercial de Donald Trump, mientras China parece sacarle varias cabezas a la expansión de los gigantes a nivel mundial. “Trump le salvó el Gobierno a Milei y el mayor negocio lo está haciendo China”, se burló un industrial que esta semana tuvo que avisar despidos.
No parece haber un indicador mayor de éxito o fracaso de una gestión política capitalista que la creación de valor y de compañías. En la Argentina de Milei pasan cosas extrañas.
En base a datos del Sistema de Riesgos del Trabajo, Fundar realizó un relevamiento de cantidad de empresas que bajaron la persiana en los últimos gobiernos democráticos. En sólo 20 meses, el de Milei destruyó 19.376 compañías, casi el doble de las que se perdieron entre 2001 y 2002, los años más críticos en décadas (cerca 4000 con De La Rua y más de 7700 con Duhalde). Esa cifra, además, es casi la misma cantidad de empresas que se vieron obligadas a cerrar en los primeros 20 meses de la pandemia, con una economía global clausurada.
Argen-chinos
El avance de los negocios chinos, fomentados por la apertura importadora de Milei, hizo esta semana que los grandes empresarios nacionales volvieran a pedir intervención estatal. Marcos Galperín, el dueño de Mercado Libre, no quiso dejar la huella y mandó a sus delfines a vocear un pedido de freno al ingreso de importados vía las plataformas Shein y Temu. Es curioso, porque Galperín pidió el rescate del Estado en la misma semana en la que se confirmó que percibe más de 300 millones de dólares en subsidios estatales de parte de Milei. Paolo Rocca, de Techint, también se quejó de China y pidió, en la convención de la UIA, que el Estado intervenga para regular la apertura importadora.
Más allá de lo que quieren los ceos de peso, el desmanejo económico de los libertarios está generando fuertes distorsiones. Un caso inédito: hace dos años, la Asociación de Fabricantes de Autos (ADEFA) se llevaba el 97 por ciento del cupo importador. El 3 le quedaba a la Cámara de Importadores y Distribuidores de Autos (CIDOA). Hoy, la apertura desmedida cambió la foto: el cupo se reparte en partes iguales, 50 y 50, con un detalle no menor. ADEFA sólo utilizó el 10 por ciento del cupo para traer autos importados; mientras que CIDOA ya utilizó el 75 por ciento del cupo. ¿En qué lo usó? En el ingreso de autos chinos, aprovechando que ADEFA está alineada con la producción estadounidense y europea. A esa entidad le quedó sólo el potencial de las pick ups importadas que usa el campo, que siguen siendo Toyota o Ford, en su mayoría.
Esta situación es demoledora y muestra cómo se destruye la industria: de los autos chinos que traen los importadores, la mayoría son de altísima gama. El precio FOB de esos cero km, mayormente Chery o Beijing de diseño de calidad, es de 20 mil dólares. Ese auto se vende al público a 30 o 35 mil dólares. En ADEFA aseguran, con un ejemplo real, que ni un FIAT 600 tiene ese precio FOB. Cualquier auto de alta gama que se importa de Europa o Estados Unidos se vende aquí a 50 mil dólares. Un dato interesante que cuentan en la industria: los chinos vienen de años de acuerdos tecnológicos y de diseño con grandes marcas globales, como Rolls Royce. Están demoliendo el mercado mientras el resto cazaba en el zoológico. “Apostamos a que el servicio post venta no sea tan bueno”, se conforman los anti China.
Sin embargo, en la ola importadora entran todos, incluso los afines de Milei. Un altísimo dirigente del Estudio Brochou & Funes de Rioja, que trabaja en la reforma laboral y asesora al partido libertario desde antes de la llegada al poder, tiene un cargo relevante en la Cámara de Comercio Argentino-China. La referencia es para Javier Lozada, que actúa como secretario en la entidad que fundaron y dirigen los Spadone, dueños de la bodega San Huberto y muy cercanos a Carlos Menem y los Macri en los años 90.
Chimeneas aplastadas
En núcleos fabriles y cámaras pymes se comparten, con el asombro de datos catástrofe, las cifras del impacto importador. Lo que los números del INDEC y de los privados muestran es lo siguiente: en septiembre, las importaciones de bienes industriales subieron 24,9% interanual, llegando a los 6.784 millones de dólares, mientras que contra 2023 la suba alcanzó el 17,1 por ciento. El asunto allí es que, al excluir las importaciones de productos de la refinación de petróleo, las importaciones industriales alcanzaron en el mes un récord desde 2022.
Yendo más al detalle, más de dos tercios del alza interanual de ese mes se explicaron en el incremento en automotores, autopartes y bienes de la industria metalmecánica. Allí adquiere sentido el ejemplo de autos chinos mencionado antes en este artículo.
Así las cosas, en el acumulado de los primeros 9 meses del año, las importaciones alcanzaron los USD 52.799 millones, una suba 38,4 por ciento. Se ubicaron un 9,7 por ciento por encima del mismo período de 2023, aunque un 5,2 por ciento por debajo de 2022.
Si se mira el acumulado anual, la importación de carnes y otros alimentos, indumentaria, calzado, detergentes jabones y productos de higiene personal, neumáticos, maquinaria y equipo, carrocerías y remolques y muebles y colchones se encuentran en los niveles máximos desde 2017. Por último, la producción industrial a nivel agregado en 9 meses de 2025 está 10 por ciento por debajo de los niveles de 2022 y 2023 y 3,8 por ciento por encima del nivel de 2024
¿El fin del negocio del consumo?
La crisis económica de Milei también toca al consumo masivo. En las últimas horas, la chilena Cencosud empezó con un proceso de cierre de sucursales. Ya dieron de baja al menos 16 locales de la marca VEA. “No hay más negocio de volumen acá. Fijate que en los supermercados hay canchas de pádel, de fútbol, y otros negocios”, contó a este diario una fuente del sector, en referencia a que los terrenos se ocupan con otras cosas, para no seguir perdiendo dinero.
Según cifras del mercado que se conocerán en unos días, el consumo en hipermercados cayó en octubre entre 4 y 5 por ciento interanual contra 2024, el peor año en la historia del consumo. El Gobierno opera a consultoras amigas para que compensen la caída en esas ventas con números creativos del comercio en los barrios. Y hasta desvía la atención de la crisis argumentando que la demanda viró al on line.
La teoría se extingue yendo a las bases: la caída en las ventas de parte de los proveedores a los comercios es brutal. En las últimas dos semanas, Arcor, Ledesma, Molinos y Arcor, las cotizantes en Bolsa informaron o informarán balances rojo intenso. Molinos, la firma de los Pérez Companc, perdió 9,7 por ciento de volumen de ventas en los primeros 9 meses del año, en relación a igual período del 24. Y también resignó más de 22 por ciento en la facturación.
Fuente: Página 12

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