Los acuerdos con Argentina, Guatemala, El Salvador y Ecuador en el marco de las elecciones en Chile y a dos semanas de la de Honduras. Esa extraña batalla cultural de Milei que es un títere más en el contexto latinoamericano donde el titiritero es Trump.
Por Alberto López Girondo / Tiempo Argentino
Se supone que Argentina volvió a jugar en las grandes ligas esta semana, según celebran el presidente y los promotores de su “batalla cultural” ultraderechista. Es decir, o sea, Javier Milei se jacta de haber logrado un acuerdo comercial histórico, fruto, deslizan, de que Donald Trump reparó en sus dotes en su discurso en el Foro de Davos del año pasado.
Ese en el que despotricó contra la “agenda woke”, las parejas gay –a las que acusó de pedófilos- las mujeres y los migrantes. Como será que este mismo viernes, el jefe de estado dijo que “cuando uno está sentado con ellos, todos respiran batalla cultural”. Y agregó en una entrevista con la plataforma de streaming Neura: “Lo puedo creer de Marco Rubio porque lo conozco de antes, la entiende a la perfección, la lleva en la sangre. Lo que me sorprendió es que cuando estuvimos sentados con el equipo de Trump, todos respiran batalla cultural. Bessent respira batalla cultural, Trump también respira batalla cultural”.
Raro en Bessent, que al ser nominado como secretario del Tesoro dijo en el Senado: “Quiero agradecer a mi esposo, John Freeman, quien está aquí hoy, y a mis maravillosos hijos Cole y Caroline (nacidos por gestación subrogada), quienes están sentados detrás de mí, por darme la mejor lección de civismo”. Otro que anotó con ese modelo pulmonar extremo es al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al que calificó de “queridísimo amigo” y “bastión de occidente”. En fin, así con todo. Sin embargo, el mismo día que la Casa Blanca anunciaba el “superacuerdo” con Argentina, también avisaban que había pactos similares con Guatemala, El Salvador y Ecuador. Pero de manera coincidente, el secretario de Guerra, Pete Hegseth, daba a conocer el bautismo de la intervención militar en el Caribe. Se llama Operación Lanza del Sur (Operation Southern Spear) y es claro que no solo se enfoca en Nicolás Maduro, sino en Gustavo Petro y fundamentalmente, es una espada que apunta a Lula da Silva.
Ese mismísimo jueves, Trump indultó a nuestro conocido Joe Lewis, ese amigo de Mauricio Macri que organiza tours para jueces, dirigentes empresariales y políticos a su exclusiva mansión en Lago Escondido. El hombre había reconocido maniobras en el uso de información privilegiada para obtener fortunas en timbas financieras. Parece que el inquilino de la Casa Blanca se apiadó de él y lo perdonó, porque después de todo hubo arrepentimiento y Lewis pagó una multa de cinco millones de dólares por sus pecados. El viernes, tras una reunión con el vicepresidente JD Vanze, Hegseth, Rubio y el jefe del Estado Mayor Conjunto Dan Caine, el empresario inmobiliario dijo “ya me he decidido… (sobre qué haremos) no puedo decirles qué es, pero hemos avanzado mucho con Venezuela en cuanto a detener el flujo de drogas. Sin embargo, tenemos un problema con México, tenemos un problema con Colombia”. Casualmente países con gobiernos prograsistas no alineados con Washington. Casualidades ¿no?
Volviendo a Bessent, es el que más claramente ubica el programa financiero estadounidense de apoyo a Milei como de defensa de los intereses estadounidenses. Así, dijo en una entrevista con MSNBC News que el propósito era “la estabilización del gobierno, uno de nuestros grandes aliados en América Latina, durante una elección (…) Yo prefiero usar la paz mediante la fortaleza económica antes que tener que disparar a narcolanchas si el gobierno colapsa (…) Tenemos una oportunidad generacional en América Latina para crear aliados”. En Newsmax agregó que “EEUU esta recuperando América Latina a través de liderazgo económico, sin balas”, y recordó que el gobierno de Bolivia y el que avizora en Chile, junto con Ecuador y Paraguay “están abrazando a los EE UU”, algo que en ocho años no había logrado Barack Obama.
Justo a 20 años del No al Alca, el pacto Roca-Runciman 2.0 viene con finanzas pero también con balas, contra lo que adujo Scott, que dijo lo que dijo a horas de la primera vuelta en Chile, a dos semanas de la de Honduras, donde gobiernos que indigestan en el norte atraviesan trances difíciles. En Bolivia, el 17 de agosto ya habían coronado el desplazamiento del MAS-IPSP y en Ecuador, en comicios poco transparentes, habían conseguido la continuidad del bananero Daniel Noboa, en abril, y este domingo hay una consulta sobre cuatro puntos centrales: si se permitirá la presencia de bases militares, sobre reducir el número de asambleístas y eliminar la obligación del Estado de financiar a los partidos políticos. El cuarto es decisivo para consolidar un régimen oligárquico: si se habilita una nueva reforma constitucional en la que, de ser aceptados los anteriores puntos, el que no tenga dinero no podrá participar en la política nacional, que además, quedaría bajo supervisión militar estadounidense.
O sea, es decir, mucho más de palo que de zanahoria. Por mencionar algo nomás, por lo que se va sabiendo de las conquistas que conseguiría nuestro de este Si al Alca, hay 14 ventajas para EE UU y una para Argentina. Como dijera algún malintencionado en este mundo ultra, Estados Unidos se comporta como un tipo que va a un club de swingers, solo. «

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