Luis Alberto Spinetta fue un cantautor argentino que pasó por este mundo dejando una huella imborrable: fue cultor de la estética y de la profundidad artística e hizo canciones que se convirtieron en himnos.

Su legado quedó marcado tan a fuego que, desde el año 2015, cada 23 de enero se celebra el Día Nacional del Músico en conmemoración de su nacimiento, en 1950. Y este 8 de febrero se cumplen 12 años de su muerte.

“El Flaco”, como amistosamente se alude a él, fue un artista profundo, inteligente y sensible, que puso en palabras y en notas un puñado de temas inherentes al ser humano que no eran fáciles de tratar (y menos aún para la época) como el dolor, el amor, la soledad, el tiempo, el sexo, la amistad y la muerte, tanto así que canciones de su autoría como “Me gusta ese tajo” fue censurada por la última dictadura militar.

Cantante, compositor y guitarrista, la música penetró en su vida desde su primera infancia y la atesoró para siempre, sobre todo influido por su padre, un aficionado cantor de tango. También fueron relevantes sus tíos, quienes trabajaban en el sello discográfico Columbia y le permitieron tener contacto con un abanico amplio de expresiones musicales en una época en la que acceder a los discos era costoso.

Antes de cumplir 12 años tomó algunas clases de guitarra que luego abandonó para comenzar a forjar un camino artístico autodidacta, tanto en lo musical como en otros ámbitos. “Empecé a sacar todo tipo de música sin importar de donde procedía. Cuando tuve las primeras nociones elaboré un mecanismo y pude sacar cualquier música”, reveló él mismo, según consta en el libro “Spinetta: crónica e iluminaciones”, de Eduardo Berti.

Tiempo después estudió nada más que un año de Bellas Artes y se convirtió en un dibujante voraz e ingenioso, tanto así que él mismo diseñó algunas de las célebres tapas de discos como el primero de Almendra y el de Pescado Rabioso 2, entre otros. También se encargaba de hacer los folletos para sus shows y, entre otras cosas, dibujó la portada del disco “El tiempo es veloz”, de David Lebón.

Su primera aparición pública como músico fue en 1964 en el concurso televisivo “Escala Musical”. Llegó a la final y con la plata que ganó, compró el álbum “Beatles for Sale”, de la histórica banda de Liverpool de la que fue gran fanático.

Siendo adolescente integró bandas como “Los Sbirros” y “Los Larkins” (que luego fue “Los Masters” y después “Los Mods”), que sentaron las bases para el nacimiento de “Almendra”, que conformó en 1967 junto a algunos compañeros del colegio.

Tras la disolución de “Almendra” en 1970, estuvo al frente de bandas emblemáticas como “Pescado Rabioso”, “Invisible”, “Spinetta Jade” y “Spinetta y los Socios del Desierto”; y también tuvo una carrera extensa y exitosa como solista.

Con el tiempo, Spinetta se consolidó como uno de los máximos referentes del rock en castellano con una amplia obra nutrida de distintos ríos artísticos: era un ávido audiófilo, dibujante y lector, y su creación estuvo influenciada por artistas como Antonin Artaud, Vincent Van Gogh, Salvador Dalí, Arthur Rimbaud, Friedrich Nietzche, Michel Foucault, Carlos Castaneda y Carl Gustav Jung.

Teniendo en cuenta su interés en la literatura, en las letras de sus canciones hay un gran valor poético, casi siempre reflejado entre líneas. Y también agregó a su legado un libro de poesía surrealista: “Guitarra negra”, publicado en 1978.

Siguiendo el dicho popular, el Flaco “cumplió”: escribió un libro, tuvo cuatro hijos (Dante, Catarina, Valentino y Vera) y quizá en la intimidad plantó un árbol, y si no lo hizo, editó más de 350 canciones, lo que metafóricamente sería un inmenso jardín.

Cuando se cumplió el aniversario 40 de su carrera musical (diciembre de 2009) celebró a lo grande: hizo un recital recordado como “Spinetta y las bandas eternas” en el estadio de Vélez Sarsfield, donde tocó algunos de sus grandes éxitos con todas las bandas que lo acompañaron en los escenarios.

“El Flaco” siempre mantuvo un perfil bajo. Por lo general, durante los shows se tomaba su tiempo para dar mensajes de amor y paz y hablar con el público.

Vivió poéticamente sin caer en la búsqueda del éxito como fin ni persiguió una idolatría desbocada, frecuentemente promovida por la publicidad y los medios.

Se consideraba “un tipo normal” al que le gustaba mucho el fútbol, los autos de última generación, cocinar y pasar tiempo en su casa, con su familia.

Murió el 8 de febrero de 2012, a los 62 años, a causa de un cáncer de pulmón. Sus cenizas fueron esparcidas en el Río de la Plata.

Su legado perdurará para toda la eternidad.

Fuente: Cadena3

Comenta sobre esta publicación