Guaymallén, Mendoza, vivió este lunes una escena que podría haber salido de una pesadilla. Un camión frigorífico, cargado con toneladas de carne vacuna, cayó desde un puente tras ser impactado por un utilitario que trasladaba helados.

Lo que siguió fue una espiral de violencia y desesperación que dejó a vecinos, policías y automovilistas atrapados en un verdadero campo de batalla cuando el reloj marcaba poco más de las 11 de la mañana, momento en el que el estruendo del choque sacudió la tranquilidad del Acceso Este.

 

El camión, tras romper el guardarraíl, cayó cinco metros hasta la calle Cañadita Alegre. La cabina quedó completamente destruida y el acoplado se desparramó, dejando las reses como siniestras manchas rojas sobre el asfalto. El conductor, atrapado entre los hierros retorcidos, fue rescatado por Defensa Civil con heridas leves. Pero la verdadera tragedia apenas comenzaba.

Atraídos por la carne fresca, decenas de vecinos comenzaron a llegar al lugar. Con bolsas, carritos y cuchillos improvisados, se lanzaron sobre los restos del camión en busca de un pedazo de carne. La escena pronto se tornó frenética: hombres y mujeres forcejeaban entre ellos, mientras otros intentaban romper las puertas del acoplado para acceder al interior.

En cuestión de minutos, el caos se desbordó. La Policía de Mendoza y efectivos de Infantería llegaron al lugar y lo que debía ser un operativo de contención se transformó en una violenta represión. Los agentes dispararon balas de goma y lanzaron gases lacrimógenos contra la multitud, que respondió con una lluvia de piedras y gritos desgarradores.

El aire se llenó de humo y desesperación. Personas corrían en todas direcciones, algunas llevándose pedazos de carne en las manos, mientras otras caían al suelo tras ser alcanzadas por los proyectiles. Los automovilistas que circulaban por la zona quedaron atrapados en medio del enfrentamiento, aterrorizados por los disparos y los gritos que resonaban como ecos macabros.

 

La calle Cañadita Alegre se convirtió en un escenario dantesco: cuerpos tendidos sobre el pavimento, algunos heridos y otros simplemente exhaustos; bolsas rotas esparciendo carne cruda; el olor metálico de la sangre mezclado con el gas lacrimógeno que quemaba los ojos y las gargantas.

Mientras tanto, el camión sigue allí, imponente y destruido, como un monumento siniestro a la desesperación humana. La carne, símbolo de supervivencia para las familias de clase trabajadora, se transformó en el detonante de una jornada marcada por la violencia policial mendocina.

Al cierre de esta nota la zona permanece vallada bajo estricta vigilancia policial. Pero el impacto emocional y social de lo ocurrido seguirá resonando en Guaymallén como un recordatorio sombrío: en momentos de crisis, la delgada línea entre la civilización y el caos puede romperse con un solo golpe.

Fuente: Big Bang! News

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