Donald Trump es un político superficial y astuto que tiene como estrategia explotar la fascinación por lo simple que suele caracterizar al ciudadano común. Su táctica es tener siempre un enemigo que vencer.

Por César Verduga Vélez *

Donald Trump es un político superficial y astuto que tiene como estrategia explotar la fascinación por lo simple que suele caracterizar al ciudadano común. Su táctica es tener siempre un enemigo que vencer. Por ello a los adversarios que busca estigmatizar los descalifica llamándolos comunistas o socialistas lunáticos, emigrantes que van a Estados Unidos violando sus leyes para destruirlo, islamistas que odian a EE UU. No le interesa conceptualizar qué es el comunismo, qué es el socialismo en las diversas formas de existencia autoritaria, democrática, que ha tenido su realización histórica en países de Europa, Asia, América Latina y el Caribe. Tampoco le interesa qué es el islamismo como religión y sus diversas expresiones radicales o moderadas. Lo histórico y complejo está fuera de su cosmovisión y decisiones.

Por eso perdió las elecciones recientes en Nueva York, Virginia, New Jersey y la Proposición 50 que el gobernador demócrata de California logró aprobar con dos tercios de los sufragios.

Es verdad que todas esas partes de la geografía de Estados Unidos han sido históricamente demócratas, pero la diferencia esta vez ha sido más grande que lo habitual con los republicanos y en el caso de Nueva York, la suma del ganador Zorhan Mamdani y el segundo Andrew Cuomo-también opositor a Trump-implica que en la ciudad nativa del presidente estadounidense el 90% de los votantes han expresado el rechazo a su gestión y sus políticas.

Es importante consignar que el Partido Demócrata como organización política sigue en crisis de popularidad y liderazgo. Al igual que el inquilino de la Casa Blanca, los demócratas no están leyendo correctamente los cambios generacionales y en las percepciones de la población.

Sólo Bernie Sanders apoyó al socialista, inmigrante, e islamista. Y sólo el expresidente Barack Obama se hizo presente en las campañas de otros demócratas. La crisis de la cultura woke como noción del cambio que ha impulsado la cúpula demócrata y que Trump derrotó el 2024 no puede seguir siendo la bandera del cambio del partido que con Franklin D. Roosevelt y John F. Kennedy impulsó el empleo y la mejora real de la vida de los trabajadores, la clase media, y se opuso a la racialización de la sociedad estadounidense.

La juventud newyorkina que se volcó por el alcalde electo no vivió la guerra fría y por ello las acusaciones de comunista y socialista lunático contra Mamdani le importaron un bledo.

A los newyorkinos de todas las edades les sonaron sin sentido las acusaciones de peligroso islamista y de antisemita. La campaña de Mamdani, a la antigua, puerta a puerta, más que digital y mediática,

permitió conectar con gente de todos los distritos, incluyendo Brooklin. el distrito de la clase media judía en el cual ganó.

Sus ofertas de mejorar la vida de las en temas reales como educación, salud, transporte, seguridad, justicia, le permitieron derrotar la campaña del miedo que manejó Trump desde la Casa Blanca.

Las amenazas del presidente, de que cortaría los recursos que el gobierno federal debe entregar a la ciudad más importante de Estados Unidos, según analistas de diversos medios de comunicación, fueron un boomerang contra el inquilino de la Casa Blanca.

A partir de enero de 2026 la historia estadounidense vivirá un nuevo capítulo con un conservador antinmigrante en la Casa Blanca y un emigrado, socialista democrático, en la alcaldía de Nueva York.

¿Qué nos dirá ese capítulo? El interrogante es válido porque el determinismo no existe en la historia abierta del siglo XXI.

* Exministro de Gobierno de Ecuador y consultor. Desde México.

Fuente: Tiempo Argentino

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