El gobierno de Cambiemos tomó deuda a un ritmo de 32.500 millones de dólares anuales, un record en más de cuatro décadas. Durante la dictadura, a valores constantes, habían sido 10.306 millones. En el otro extremo, durante el kirchnerismo fueron apenas 921 millones.
El macrismo endeudó al país a un promedio de 32.500 millones de dólares por año, triplicando del ritmo de emisión que dejaron juntos la dictadura cívico-militar, el menemismo y la Alianza entre 1976 y 2001 (7192 millones por año). Este festival de bonos que inició el gobierno de Cambiemos no tuvo como destino financiar obras de infraestructura ni potenciar la producción, sino que su destino fue asegurar la fuga de capitales. Según un informe del Centro de Investigación y Formación de la CTA (Cifra-CTA), el aumento neto de la deuda pública en moneda extranjera fue de 103.808 millones de dólares y la fuga de capitales alcanzó a 93.667 millones de dólares entre diciembre de 2015 y septiembre de 2019. El documento compara las características de ambos procesos de endeudamiento.

A diferencia del esquema de valorización financiera que se inició con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, el gobierno de Macri profundizó la bicicleta especulativa manteniendo niveles de tasas de interés por encima de la devaluación, asegurando una diferencia en dólares. El concepto de valorización financiera alude a un proceso de acumulación que no responde a la creación de riqueza sino a la especulación. El concepto, acuñado por el economista Eduardo Basualdo, describe un mecanismo en que inversores y empresas tomaban deuda en el exterior a tasas bajas y la colocaban en el país a tasas altas. La diferencia la convertían en dólares y la retiraban del país sin pasar por ningún proceso productivo.

“Como en todo régimen de acumulación basado en la valorización financiera la deuda no se contrae para obras de infraestructura sino para garantizar las divisas que se requieren para la fuga de capitales”, explican los autores del informe del Cifra-CTA, Pablo Manzanelli, María José Castells y Mariano Barrera, junto a Basualdo. Pero Cambiemos no sólo recuperó esa bicicleta financiera de 1976-2001, sino que la aceitó. “El gobierno de Cambiemos consistió en sostener altas tasas de interés respecto de la variación del tipo de cambio, lo cual garantizó elevados rendimientos en dólares, mientras que durante el período 1976-2001 la renta financiera se obtenía del endeudamiento externo privado de las grandes empresas y la brecha positiva que existía entre la tasa de interés local y la internacional”, agrega el informe.

La deuda

El ciclo de endeudamiento actual tuvo a los acreedores externos como los principales financistas. “Tal es así que la deuda pública externa –que involucra la deuda contraída por el Tesoro Nacional, el Banco Central y los gobiernos provinciales– se incrementó en 95.700 millones de dólares en los primeros tres años de gobierno, explicando buena parte de la deuda pública analizada previamente. Se trata de un incremento promedio anual de 32.500 millones”, explica el Cifra-CTA.

Esta cifra no contempla la deuda emitida tras el acuerdo con los “fondos buitre”, dado que el gobierno de Cambiemos decidió computarla como “atrasos” de la deuda en el período anterior (2006-2015), pese a que se pagó bastante por encima de lo que se reclamaba. “Aun así, se constituye como el endeudamiento externo público más relevante de las últimas cuatro décadas”, destaca el documento. Dado el elevado ritmo de endeudamiento, el aumento de intereses provocó que el déficit fiscal total ascienda a 4,7 por ciento del PIB, mientras se ajusta la economía para lograr una baja del gasto y equilibrar las cuentas.

Medido en valores de 2018, el endeudamiento público durante la última dictadura militar alcanzó a 10.306 millones anuales, con Alfonsín fue de 9644 millones y entre 1990 y 2001, de 3738 millones anuales. “En el marco de los gobiernos kirchneristas la deuda externa pública creció apenas 921 millones anuales”, agrega el informe de coyuntura.

La fuga

El resultado final de estos procesos es la destrucción del entramado productivo, derivado de años de desinversión, y un stock de deuda que termina inexorablemente en default o reestructuración. Con excepción de la ventana que abrió entre finales de 2016 y principios de 2017 el proceso de blanqueo de capitales, lo que que mitigó brevemente la salida de capitales, en el resto del período macrista se advierte un sistemático proceso de fuga de capitales, acumulando 93.667 millones entre diciembre de 2015 y septiembre de 2019. Ese monto equivale al 90,1 por ciento de la deuda pública contraída en moneda extranjera.

En el marco de la desregulación financiera, cambiaria y del movimiento de capitales, como el que implementó el equipo de Cambiemos, la especulación condujo a episodios recurrentes de fuga de capitales, que producen saltos devaluatorios de magnitud. La devaluación acumulada desde noviembre de 2015 a octubre de 2019 alcanzó a 547,8 por ciento.

Una prueba de que el inédito endeudamiento no fue utilizado para financiar obras de infraestructura o capital de trabajo es que durante la administración Macri el Producto cayó el 5 por ciento entre el segundo trimestre de 2019 y el mismo período de 2015. Si se considera el PIB per cápita la contracción alcanzó al 8,8 por ciento en apenas 4 años. Esto se explica por la reducción del consumo privado (-6,2 por ciento) y de la inversión (-13,8 por ciento), principales motores para impulsar toda economía sólida y sustentable en el tiempo.

Fuente: Página12

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