El expresidente difundió públicamente una carta con duras críticas a la salida de Francos. La cena en Olivos fue un mal trago y las consecuencias imprevisibles.
La revinculación entre Javier Milei y Mauricio Macri llevó más de tres meses de acercamientos. Primero fueron dos reuniones previas a los comicios del 26 de octubre y quedó una tercera, pactada con anticipación para después de las elecciones. Con el resultado fresco del escrutinio provisorio, el presidente convocó al fundador del PRO para una cena este viernes en la Residencia de Olivos. El expresidente llegó con la expectativa de relanzar la relación política, pero mientras comía, con Javier y Karina Milie enfrente, supo que el anfitrión había decidido aceptar la renuncia de Guillermo Francos a la jefatura de Gabinete y de Lisandro Catalán al ministerio del Interior. En pocas palabras, el plato fuerte no fueron las milanesas que han compartido en los últimos dos años, sino la eyección de los dos funcionarios que el fundador del PRO había ponderado como exponentes del ala más consistente del gobierno libertario. Dentro del partido amarillo evaluaban a los dos como piezas que podían ser de mucha utilidad para la etapa que Macri esperaba construir antes de entrar a Olivos. Salió con otra impresión y con la certeza incómoda de que no volverá a ver por mucho tiempo la residencia que lo cobijó como jefe de Estado entre 2015 y 2019.
Francos había sido uno de los encargados del acercamiento, aunque hace dos años fue, junto a Santiago Caputo, Karina Milei y Patricia Bullrich, uno de los que buscó por todos los medios impedir el desembarco de Macri luego del llamado “pacto de Acassuso”. Después del traslado de la mayoría de los votos de Juntos por el Cambio a favor de La Libertad Avanza, hubo un grupo de funcionarios que buscaron funcionar como un tapón para frenar la llegada del elenco macrista. El problema no eran esos posibles funcionarios, sino que reportaran y empoderaran a Macri. Sin embargo, el ministro coordinador saliente pasó de ser un freno hace dos años, a transformarse en el explorador de un acercamiento con el magnate para reforzar la segunda parte del mandato de Milei.
La escena del viernes por la noche fue casi cinematográfica. El expresidente se enteró mientras comía de que el funcionario que buscaba acercarlo a Milei había sido despedido. La comida le cayó pésimo al magnate. Llegó al encuentro predispuesto y se fue como si hubiera sufrido una emboscada. Este sábado por la mañana sus principales voceros comenzaron a contruir el operativo desquite. Ventilaron que Macri se sentía “muy decepcionado” con los hermanos Milei y con los repentinos cambios en el Gabinete. El expresidente también buscaba cambios en el elenco ministerial, pero no esperaba que las expectativas cambiaran tan rápido por la amarga sensación que respira desde hace meses. A los mensajes indirectos por la desazón, el magnate decidió hacerles frente y ponerles su nombre, sin trascendidos.
Macri aportó detalles que confimaron los intentos libertarios de acercamiento pero también la bronca que tuvo cuando vio lo que pasó. “Ayer fui invitado a comer por el presidente Milei en Olivos, en agradecimiento por el apoyo que le di en la semana más difícil de su gobierno antes de las elecciones. En el encuentro hablamos sobre los temas pendientes. La idea era pensar la mejor manera de reforzar los equipos y prepararse para esta segunda etapa, pero no logramos ponernos de acuerdo”, lamentó. Sin perder el tono diplomático, Mauricio respaldó a Francos, cuestionó su despido y también reconoció que había propuesto un reemplazante que nadie tenía en el radar. “La salida de un hombre con capacidad y equilibrio como Francos, que para la ciudadanía representaba sensatez, para ser reemplazado por otro sin experiencia, no parece ser una buena noticia”, escribió el expresidente para bajarle el precio al ascenso de Manuel Adorni de la vocería a la jefatura de Gabinete. En realidad, el gesto apunta a Karina, la principal garante del enroque y también la figura que Macri menos digiere desde que los apoyó en la campaña de 2023. “Como le mencioné, existía la posibilidad de reemplazar a Francos por otra persona idónea de su equipo, con un perfil más técnico y mayor capacidad de conducción y coordinación de equipos, como Horacio Marín, actual presidente de YPF, que reúne todas las condiciones por su experiencia previa”, resaltó Mauricio para remarcar las críticas que les dijo personalmente a los hermanos Milei: que la gestión no es buena, que están demasiado solos administrando poder y que están a un paso de licuar el impacto de la victoria por los entripados que surcan a todo el Gobierno cuando cuentan con un respaldo del gobierno de los Estados Unidos, superior al que él mismo recibió en 2018. Macri ve que su amigo republicano está dispuesto a aumentar la ayuda y no esperar a las presidenciales de 2027, pero al mismo tiempo considera que Milei está dilapidando el capital político conseguido, al punto de quedarse con la identidad del PRO, con una parte de sus dirigentes y una gran porción de sus votantes.
El fundador del PRO tampoco pierde de vista que, junto a Karina, el asesor presidencial Santiago Caputo también esta empeñado en evitar cualquier peso determinante en el futuro del gobierno. Quienes conocen a Macri aseguran que ninguno de esos movimientos le pasó inadvertido y que no piensa dejarlos pasar de largo. Por eso ahora comenzó a hablar de esas peleas, porque opina que serán la llave de la debacle libertaria y, al mismo tiempo, el punto de partida para preservar lo que queda del PRO. “El jefe de Gabinete es una figura esencial: coordina los equipos políticos y de gestión en torno a una agenda y una estrategia. A esta decisión, a mi juicio desacertada, se suma la falta de resolución de las conocidas disputas internas del gobierno, claves en la hoja de ruta del futuro”, lamentó Macri. La queja fue doble, porque “tras el esfuerzo realizado, la revalidación de la gente en las urnas y el apoyo inédito de Estados Unidos, el país se encuentra frente a una oportunidad histórica que no puede desaprovechar”. El problema es que el exmandatario no pierde un convencimiento incómodo: que los hermanos Milei están tirando por la borda este momento sin medir consecuencias ante lo que vendrá. Sabe que su pronunciamiento, junto a la intempestiva salida del canciller Gerardo Werthein, Francos y Catalán implican la caída de los puentes de articulación que Milei había prometido para contar con una nueva mayoría en el Congreso a partir de diciembre.
En las dos primeras reuniones que Milei y Macri mantuvieron antes de las elecciones no hubo buenos momentos. La primera cita fue áspera, la segunda para acercar posiciones. Quedaron en verse nuevamente. En el medio, el expresidente viajó a Chile y en una entrevista con la televisión trasandina dijo que “el PRO tendrá un candidato en 2027” y reivindicó a los dirigentes de su partido. Esas palabras habían caído pésimo en la Casa Rosada. Después sobrevino otro gesto que amargó a Macri: la ruptura del bloque macrista en la Cámara Baja, con la salida de los legisladores que responden a Bullrich y confirman otra fractura del partido amarillo en un momento donde su titular esperaba una coexistencia con LLA para los próximos dos años.
Fuente: Tiempo Argentino

Comenta sobre esta publicación