En los últimos partidos, el equipo careció de esa actitud que lo caracterizaba para pelear los partidos aún sin jugar bien. Dejó de ser un rival incómodo y en esta Superliga perdió varios encuentros por ese motivo.

El Unión de Leonardo Madelón siempre se caracterizó por ser incómodo para los rivales, aún con limitaciones, tenía en claro como jugar los partidos y su marca registrada era la actitud a la hora de salir a disputar los encuentros.

Podía jugar bien o mal, pero nadie podía dudar de la entrega y el compromiso, sin embargo ese ADN fue desapareciendo, al menos en gran parte de esta Superliga. Aquellas cuatro derrotas seguidas tuvieron como origen cierta falta de actitud. Sobre todo en los encuentros ante Newell’s y Arsenal.

Luego el equipo enderezó el rumbo y logró tres triunfos consecutivos y seis cotejos sin perder. No jugaba bien, pero obtenía resultados, incluso ganando el Clásico lo que le dio un plus para encarar los siguientes encuentros.

 

Pero el declive comenzó con ese empate ante Banfield en donde Unión ganaba 3-1 y se dejó empatar. Continuó con la derrota sin atenuantes como local frente a Atlético Tucumán y finalizó con la paupérrima actuación con Boca en la Bombonera.

Ante el Xeneize, a Unión le faltó actitud, por momentos pareció una práctica y el elenco local le terminó haciendo precio. Entre la buena actuación de Sebastián Moyano y la falta de eficacia de los delanteros, permitieron que no se consumara la goleada.

Pero la realidad indica que el Tate nunca estuvo en partido, que el gol de Wanchope a los 2′ del primer tiempo sentenció la historia, cuando faltaban 88′ para culminar el partido. Y ese es el principal reproche que se le puede hacer.

Antes para ganarle a Unión había que correr y meter más, pero en este torneo eso no sucedió. Con poco en algunos casos lo superaron y eso es lo que más preocupa pensando a futuro.

Unión perdió el ojo de Tigre, esa fiereza para disputar cada balón brilla por su ausencia. Por momentos se transformó en un equipo light, algo que Madelón no tolera y de allí sus enojos reiterados luego de algunos partidos.

Una vez más el técnico rojiblanco tendrá que meter mano en el plantel, acomodar las piezas y mantener motivado a los jugadores. Lo supo hacer casi siempre y esa fue su mayor virtud.

Infinidad de veces se dijo que Madelón le sacaba jugo a las piedras, que terminaba potenciando a futbolistas sin tantos pergaminos y que mantenía un espíritu competitivo que le permitía al equipo rendir por encima de sus posibilidades.

Quedan dos partidos para finalizar el 2019 y es imperioso volver a las fuentes, luego vendrá el tiempo de balance para encarar el 2020 y la llegada de refuerzos. Pero de ninguna manera, se puede estar pensando en las vacaciones. Madelón tendrá que sacudir las estructuras para tener un cierre de año digno.

Con información de Uno Santa Fe

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