Amanda Miraflores eligió como llamarse. Es el primer caso que se registra en la provincia por fuera de lo familiar o la ley de identidad de género.

Amanda Miraflores, de 40 años, emprendió en 2019 un camino personal y judicial para elegir como quiere ser identificada. El juzgado que resolvió a su favor es el de instancia civil y comercial de 4º nominación, cuyo trámite lo siguió la secretaria María Alfonsina Pacor Alonso. Lleva la firma del juez Iván Di Chiazza. La acompañó el Estudio social y jurídico Lazos.

“La que debe ser amada”, es el significado del nombre que escogió para que se imprima en su nuevo documento nacional de identidad que está esperando. Al apellido lo inventó. Más allá de las burocracias, “tiene que ver con una resignificación de mi historia”, le cuenta a UNO Santa Fe la cantante y psicóloga social.

La abogada de Miraflores es Jaquelina Bussi. Sobre cómo fue que abordaron la solicitud del cambio, explicó a este medio: “Amanda llegó a nuestro equipo con un planteo absolutamente “original” y novedoso. Lo que más se vio en la jurisprudencia que estudiamos es personas que se cambiaron su apellido paterno por uno materno, o de alguien de la familia, o un referente afectivo. En este caso el apellido es sui generis, que incluso no tiene tradición de uso en Argentina. Que una persona elija su nombre y también su apellido es totalmente inédito. Podríamos decir que escucharla nos permitió incorporar nuevas categorías y formas de pensar la identidad“.

De acuerdo detalla la letrada, en el derecho argentino el principio de inmutabilidad de los nombres impedía planteos de este tipo. Las rectificaciones de nombres y cambios estaban reservadas a supuestos de errores materiales y otras cuestiones de excepción (como portar un nombre o apellido que implique una ofensa al honor, a la moral). A partir de la ley 26.743 de identidad de género se avanzó en la posibilidad del cambio registral de nombre por identidad de género, sin necesidad de judicialización. “Gracias a esa ley yo lo pude pensar materialmente a un proceso que ya venía teniendo”, destaca Amanda.

“Contextualizamos la pretensión invocando el artículo 2 del Código Civil y Comercial de la Nación que exhorta a interpretar las normas receptando la normativa supralegal y constitucional de derechos humanos”, revela Bussi. Y agrega: “Desde Lazos entendimos que la identidad como derecho humano, es relato, es construcción de sentidos, es trayectoria, es dinámica, es justicia y está íntimamente ligada a la salud integral de las personas. Agradecemos enormemente a Amanda Miraflores por haber confiado en nuestro trabajo y por permitirnos transitar juntas este desafío con perspectiva de géneros, y derechos humanos”.

La construcción de una misma

Tanto Lazos como Miraflores interpretan que la identidad se inserta en una dinámica de representaciones construidas por la experiencia personal, absolutamente subjetiva y tiene también estrecha relación con factores sociales, afectivos, con las aspiraciones, los valores, deseos y estos factores actúan en conjunto.

“La identidad siempre se construye en relación con el entorno y se trata de una manera de ser y de situarse y de relacionarse. Lo vivido y sentido por Amanda tiene que ver más con otros procesos subjetivos de construcción de la identidad relacionados a la dinámica con la que los nombres y apellidos asignados al nacer muchas veces pueden percibirse como un atributo extraño en el transcurso de la vida”, apunta Bussi a UNO.

Amanda por su parte expresó a este medio que está feliz con la resolución ya que es algo que “deseaba tanto”. Al ser consultada sobre por qué decidió cambiar su nombre original, respondió: “Es un proceso que vengo atravesando hace un montón. Cuando era chica o adolescente pasaba por una cuestión más fantaseada acerca de de cómo nombrarme y cómo ser nombrada. Creo que es a partir de una de mis profesiones, como cantante, que también me habilita a poder jugar. Si bien hace 20 años que me dedico a la música en distintos momentos he buscado alguna especie de seudónimo. El juego se terminaba con con el apellido. En el 2019 aparece el Señorita Miraflores en el escenario”.

“Con Miraflores es el proceso, en realidad solo lo empiezo a pensar. En el sentido de ¿por qué portar algo como heredado? Como esa herencia de padres a hijos. Cuando yo no estaba teniendo relación alguna desde hace bastante. Aunque mi proceso se da a partir de que las artes me posibilitan y también mi formación como psicóloga social. Poder entender que la subjetividad y la identidad están en movimiento constante. Puedo crear y formar esta identidad”, describió.

Sobre cómo llegó al apellido Miraflores, dijo: “Es algo inventado, creado. Viene por algunas cuestiones más poéticas. No es un apellido usado en nuestro país, no tiene raíces acá. Y aparece con esa idea de poder mirar más allá, de pensar en la belleza. Aparece como en un recorrido por Latinoamérica, si se quiere. Lo más cerca que tenemos acá es Chaco donde hay una comunidad originaria que se llama Miraflores. Es casi como una resistencia celular de una comunidad originaria. Tiene que ver con una búsqueda más poética”.

Amanda comenzó entre el 2018 y el 2019 a presentarse públicamente como Señorita Miraflores en los escenarios. “Con esa legitimación social y con esa bienvenida, aparece una idea. Un poco más corrida de lo fantaseado, y yendo por el derecho ya adquirido. Como como la Ley de Identidad de Género. Y poder pensar en cambiar mi identidad por razones que no sean de género”, recuerda.

Primero me reconozco Amanda, pretendo ser reconocida así y eso lo logro. La legitimación social en especial. Por mi profesión como cantante aparece una posibilidad de ver belleza, de cuestiones propositivas que tengan que ver con los proyectos de vida. Me gusta esa idea de raíz, de las ancestras que me han marcado el el camino. También sirve para multiplicar esta idea de poder ser nombrada y que eso me lleve a lugares felices”, contó.

Bussi destaca que la identidad es dinámica, histórica, que incluye procesos, y que además son subjetivas. En estos procesos se imprime lo que se vive, siente, piensa, las aspiraciones, las expectativas, los sueño. “Estas construcciones son genuinas y en el caso particular desde lo simbólico, le permitieron a Amanda reacomodar ciertas vivencias como piezas de un rompecabezas pero construyendo nuevas figuras, y con ello visualizar otros horizontes. Poder decir cómo quiere ser nombrada habla de un recorrido, de una trayectoria, ya que la construcción identitaria es un proceso continuo y jamás acabado. Es resultado tanto de un proceso de interacción social como de una realidad subjetiva. Por ello la identidad constituye una manera de existir en el medio social y define la manera en que las personas interpretan y entienden la realidad y sus acciones”, dijo la abogada a este medio.

Amanda recuerda que desde Lazos al principio le explicaron que era menos complejo cambiar su apellido de origen por uno materno. “Pero para mí no era una opción válida, porque tampoco tengo contacto con la familia paterna de mi madre. Ella misma no la tiene. Pensé, ¿por qué seguir perpetrando apellidos que no han sido fundantes en la historia de mi subjetividad? Ahí empiezo un proceso de escritura, de mirada un poco más al interior para poder ir desarrollando las razones, los criterios y los justificativos. Fue un proceso duro porque fue durante pandemia y encierro. Me di cuenta que hay una red que me sostiene y son esos vínculos habilitantes los que me permiten llevar a cabo esto judicialmente”, explicó Miraflores. La parte judicial la arrancó este año y la resolución llegó el 28 de julio.

Y concluyó: “Necesitaba la legalidad para por lo menos cerrar por ahora ese proceso de legitimación social. Ahora empieza la parte más burocrática. Lo importante es que el fallo lo que dictamina es una rectificación de mi partida de nacimiento, por lo tanto ya legalmente soy Amanda Miraflores”.

Con info de UNO Santa Fe

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