Los datos se desprenden del único estudio estadístico que se hace en esa ciudad. El sacerdote Sergio Capocetti denuncia una red de explotación sexual en la localidad .

Por Bárbara Favant

Desde hace 26 años la escuela San Francisco Javier N° 3.053 realiza un trabajo de investigación estadístico donde se analizan distintos aspectos en relación a la calidad de vida de las personas de la ciudad de San Javier.

Se trata de los únicos índices que se hacen en la zona para poder entender la realidad en la localidad y los elaboran alumnos y docentes de la institución. Los datos recolectados en 2018 indicaron que el 74 por ciento de la población vive por debajo de la línea de la pobreza y, de ese porcentaje, el 33 por ciento es indigente.

Una de las docentes a cargo del trabajo agregó : “Hay un aumento importante en la pobreza porque la indigencia, al compararlo con años anteriores, varió nada más con dos o tres puntos. Los índices de pobreza crecieron bastante debido a que quienes integran esa masa es la clase media y sus ingresos quedaron licuados por la devaluación y la inflación”. 

Por su parte, el dirigente barrial de la Corriente Clasista y Combativa Luis Torrieri analizó: “Nos basamos en esas estadísticas porque son las únicas que hay y las hacen muy responsablemente. El año pasado andábamos en el 60 por ciento de desocupación real y este año lo superamos. La vida diaria lo demuestra, es un problema muy grave. Aquí quedan solo arroceras y campos de ganadería que se han ido concentrando en grandes empresas. Hay una sola compañía que tiene 12 mil hectáreas de arroz, pero se ha reducido cada vez más la gente que trabaja la tierra por la tecnificación de la maquinaria. El resto de los productores son chicos y medianos y van en vías de bancarrota. Además desapareció el algodón que era el cultivo clásico que en los años 70 había llegado a cinco mil hectáreas en toda la región y que daba toda la mano de obra”.

Desde su lugar, Torrieri argumentó: “Sobre unos diez mil desocupados, unos trescientos solamente tienen planes de gobierno. Al resto les quedan las changas, nada más. Una de las formas para resolverlo es la pesca, pero ahora está muy restringida con prohibiciones y con grandes problemas para desarrollarla. Entonces se dificulta cada vez más generar otra entrada que no sea la changa. Es muy improbable que venga una empresa de envergadura que pueda absorber mano de obra, entonces lo que queda es volver a un cordón verde para cultivar alimentos básicos, para que se pueda por lo menos resolver de manera inmediata, junto a alguna ayuda del Estado. No hay otra, salvo los planes sociales”.

Asimismo, Torrieri profundizó sobre las actividades laborales en la zona y detalló que aquellos que tienen empleo, en su mayoría son empleados públicos: “Tenemos más cantidad de empleados en labores como policías, docentes y en salud, en su mayoría, y muy pocas personas que hacen un trabajo independiente, en comparación a la cantidad de habitantes. Una maestra inicial está en los 11 mil pesos y una con más antigüedad en 26 mil. Tratamos de ser lo más objetivos posibles. Construyen el valor de la canasta básica muy artesanal los chicos yendo a distintos supermercados y despensas, donde ven todos los precios de los productos y luego lo contrastan con el Indec”. Cabe destacar que para llevar adelante el estudio se dividió la localidad en 23 sectores, donde se encuestó a 20 familias por sector, aproximadamente 1.650 personas entrevistadas.

Las niñas, adolescentes y mujeres, las más afectadas

En este contexto de pobreza y desocupación, el sacerdote local, Sergio Capocetti, denunció que uno de los grupos vulnerables más afectados son las mujeres: “En San Javier está creciendo la prostitución a un ritmo importante. Antes era difícil ver chicas ofreciéndose en la ruta, ahora se las ve ahí, o en un lugar que tiene nombre de hotel pero en realidad todos miran para otro lado y se usa como un espacio donde las chicas están en la puerta y entran los varones. No se si es un prostíbulo, pero es algo parecido. También hay empresas de remís que ofrecen el servicio en las cabañas y van les buscan las chicas a ellos. Eso ocurre. “.

Y siguió: “En una época se trabajó mucho el tema de la prostitución infantil o juvenil aquí, para tratar de zafar de esta realidad que mucho tiene que ver con el dinero, no con el placer. Muchas veces los turistas que vienen a pescar buscan este tipo de placeres. Hubo un tiempo que se las trató de ayudar, pero tanto el gabinete que lo trabajaba como las mismas maestras que detectaban a menores en las escuelas, porque era muy sencillo notarlo, ahora tienen miedo de actuar. Más con lo que pasó con Vanesa Castillo en Alto Verde, que era una docente de la zona de la costa. Tienen miedo dicen, porque sus nombres aparecen en los expedientes y hay gente que les ha ido a decir “por qué dijiste esto de mi nena””.

Por otra parte relató que el gabinete “se vino abajo porque perdió muchos profesionales porque la provincia y la municipalidad dejaron de hacer sus aportes como para poder pagar una asignación o las horas que se ocupaban en ese gabinete de trabajo. Había jóvenes psicólogos, médicos pero dejaron de hacer el pago que correspondía, y todo no se puede hacer gratis en la vida, hay que trabajar. Eran todos de acá y terminaron renunciando. Se convirtió en algo simbólico para las chicas que caen en estas redes”.

Una canasta básica de 24.500 pesos

Según los datos de la escuela Nº 3.053, solo el 26% de los encuestados supera la línea de pobreza. Ante este panorama, las organizaciones sociales cumplen un rol fundamental: “Tenemos copas de leches, merenderos y comedores en los barrios. Esencialmente es para los niños, pero los adultos también se acercan porque necesitan“, y describió el dirigente de la CCC en relación a las viviendas: “Tradicionalmente la vivienda acá fue el rancho, pero con algunos planes de vivienda algo mejoró”.

Los alimentos que más cuesta conseguir, según el dirigente, son las carnes: “Si bien hay carneada furtiva en la zona, hay mucha ilegalidad y los pobladores son muy perseguidos. No es como antes que la gente llevaba a su casa un pato o algún animal silvestre para poder pasar el momento. Ahora está muy complicado y la carne está casi a 300 pesos el kilo”, sentenció Torrieri.

Sobre la situación económica, Capocetti advierte: “Significa que los comedores se van multiplicando. Hay varias vecinas que abrieron un, la gente de la CCC tienen dos, Cáritas tiene tres, aparte de lo que son los comedores escolares. Casi todos los alumnos van a comer y toman su merienda allí. En el colegio católico del centro cada vez más chicos piden poder comer acá, antes era un grupito chico y ahora se duplicó”.

Pero, al mismo tiempo, el cura aseguró que no se trata de la misma situación que se vive en las villas de la ciudad de Santa Fe: “En los centros urbanos tal vez se hace más difícil conseguir algo para subsistir, pero estamos viendo más violencia en los barrios, más alcoholismo. Primero el ordenamiento, no hay pasillos. Eso hace que esté un poco más ordenado lo que son los barrios pobres de acá. Y después el río da la posibilidad de buscar alguna salida. Hay gente que va a buscar carnada para vender a los pescadores los fines de semana. Es una subsistencia mínima, pero que en la ciudad es difícil poder desarrollarla. No hay gente buscando comida en la basura, si para poder reciclar. No hay gente buscando cartón. No es que podemos decir que conocemos a todos pero hacemos un seguimiento.No son un número solamente las personas, entre las distintas organizaciones, la CCC, las escuelas, el municipio o nosotros desde Cáritas tratamos de dar alguna solución. Por ejemplo, de ropa“.

Fuente: Uno Santa Fe

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