“Hoy empezaba la escuela mi nene. Estaba contento porque iba a empezar tercer grado. Me mataron en vida. Me arrancaron el pecho. Me hubiese encantado irme con ellos”, dijo Cintia Díaz, rosarina, de 33 años, la única sobreviviente de una familia que se destruyó por culpa de las picadas callejeras.

La mujer explicó que el sábado iba en su auto con su marido David Pizorno, de 43 años, al volante y su hijo Valentino de 8 en los asientos traseros.

“Veníamos por Ayacucho como todos los días. Llevábamos de mi papá a Valentino como siempre. Cruzamos Avenida del Rosario; íbamos a 40. Miré para los dos lados porque soy hincha con eso. Y los vi a una cuadra. Cuando estábamos con la trompa en la otra vereda teníamos las luces encima”, contó.

“Mi pareja me tiró la cabeza para abajo. Quedé en posición fetal. Nos chocó en el medio el auto negro. Sentí el trompo y el auto blanco nos tocó adelante. Después vi lo peor que me pudo pasar. Venían a 130 kilómetros por hora. El cuenta vueltas les quedó clavado en 130. Nosotros veníamos a 40”, comentó la mujer.

Con entereza y entre lágrimas, dijo que este domingo enterró a su marido y su hijo. “Uno no está preparado para enterrar a su marido y a un hijo mucho menos. Era el único que tenía. Me sacaron todo. Me mataron en vida. Saco fuerza por ellos dos. Voy a seguir esto hasta las últimas consecuencias. No es justo, ni para mí ni para nadie”.

Cintia pide justicia, pero su deseo era no vivir para contar la tragedia. “Me hubiese encantado irme con ellos. Estoy tranquila porque están juntos en algún lugar. Para este sufrimiento…Me arrancaron el pecho”, describió.

La mujer está internada: “Tengo tres fracturas en un brazo, cuatro costillas fisuradas, un diente partido, el labio moretoneado, corte en la cintura baja, golpes en el tórax, hematomas en la cabeza”, contó.

Fuente: Santa Fe 24 horas

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