Tras ser desafectada del plantel de la UAI Urquiza, la santafesina inició un reclamo histórico contra el club y la AFA por el reconocimiento del vínculo laboral y para terminar con el amateurismo de la disciplina en la Argentina.

Por  Daniela Lichinizer

No existe hoy terreno en el que las mujeres no hagan sentir su voz. Años de postergaciones, violencias y discriminaciones generaron como respuesta una ola con una potencia de proporciones que aún no se llega a dimensionar. El fútbol no está exento de estos reclamos y Macarena Sánchez es una de las caras salientes de esta rebelión.

La semana pasada, luego de que su entrenador le comunicara que no la tendría en cuenta para la segunda parte del torneo, la futbolista intimó al club UAI Urquiza a reconocer el vínculo laboral que mantiene con ella y se animó a ir más allá: exigió a la AFA que garantice este derecho y que cumpla las normativas de FIFA respecto de los principios de no discriminación y de igualdad de género. Su objetivo es claro: busca que el fútbol femenino sea profesional en la Argentina.

Días antes del comienzo de la pretemporada, Macarena recibió un llamado telefónico de parte de Germán Portanova, DT de UAI Urquiza, quien le informó que ya no sería parte del plantel. Esta determinación significó un duro golpe en la carrera deportiva de la jugadora: después de siete años en el club, se quedaba “parada” y sin posibilidad de fichar con ningún otro equipo por los próximos seis meses, es decir, hasta que comience la próxima temporada del torneo de Primera División de AFA.

La noticia le cayó como un baldazo de agua fría. La jugadora se tomó unos días y, asesorada por tres abogadas feministas, decidió emprender una acción que remite a su situación personal, pero que por sobre todo implica un reclamo colectivo que busca mejorar la situación de todas sus colegas en la Argentina.

“Sé que esto va a ayudar a un montón de chicas. Espero que sea un punto de inflexión, que marque un precedente. Mi fin es que se profesionalice el fútbol femenino“, le dijo “Maca”, que se consagró campeona con la UAI en el último torneo, a Infobae.

(@macasanchezj)

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Al ser una disciplina amateur, los clubes del país no reconocen a sus jugadoras como trabajadoras. En la mayoría de las instituciones, hay poco o nulo apoyo a la actividad: todo depende de la buena voluntad y del sacrificio de las futbolistas.

En el caso de Macarena, tenía un arreglo particular con la UAI Urquiza, distinto -y superior- al que suelen tener sus colegas en otras instituciones. La entidad le pagaba un viático mensual y, además, le garantizaba un trabajo como administrativa en una de sus dependencias.

Hay chicas que tienen que pagar para jugar: ponen de su bolsillo para la ambulancia, para el micro que las lleva a la cancha. Incluso, les hacen abonar la cuota social del club como si estuviesen en ‘escuelitas’ o como si fuesen juveniles. A muchas no les dan el pase o hasta se lo quieren cobrar. Si los dirigentes empezaran a tomarlas como trabajadoras y jugadoras de Primera División de AFA, todo sería diferente. Esto no es un hobbie, no queremos ser amateurs“, reclamó la santafesina, de 27 años.

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Desde que hizo pública su denuncia, Macarena recibió decenas de mensajes de mujeres que juegan al fútbol que la apoyaron y que también le relataron sus experiencias negativas y los hechos de discriminación que sufren en los clubes. Sin embargo, nadie se comunicó con ella de parte de Futbolistas Argentinos Agremiados. Ante esto, considera que su caso podría ser el puntapié para una nueva forma de organización colectiva.

“Agremiados no tiene vínculo con el fútbol femenino. Ellos se basan en la profesionalización y solo la entienden a través de un contrato. Como nosotras no lo tenemos -solo firmamos un acta de fichaje de AFA-, no se hacen eco de nuestro reclamo. Sería bueno que ellos nos incluyan, pero, de no ser así, estaría buenísimo armar paralelamente algo que nos defienda, que nos ampare ante estas situaciones“, consideró.

Macarena asegura que siempre fue feminista, pero que recién en el 2015, con la primera marcha de Ni Una Menos, pudo ponerle el nombre exacto a esa conciencia de género. Hoy, sin temores al que dirán, levanta públicamente las banderas de la lucha por los derechos de las mujeres y también de las disidencias sexuales.

“En el fútbol nos pasa lo que les pasa a las mujeres en cualquier ámbito. No tiene por qué ser diferente: es un deporte extremadamente machista. Yo creo que el fútbol femenino debería ser más feminista.  A veces no sucede, pero eso es porque las jugadoras están muy atravesadas por el machismo, lo tienen naturalizado. En el fútbol es indispensable el feminismo, hay una contaminación desde siempre y naturalizamos ciertas cosas sin darnos cuenta”, reflexionó.

Y, agregó: “La mayoría de las jugadoras no se muestran feministas porque hay un tabú de que las feministas son ‘quilomberas’. En el mundo del deporte hacés o decís algo y, lamentablemente, el que tiene más poder que vos te corre. Y, generalmente, el que tiene más poder que vos es machista. En el fútbol es así: si te proclamás feminista, corrés el riesgo de que eso te afecte en lo deportivo”.

En ese marco, pidió mayor participación de las mujeres en todos los puestos que hacen a la actividad deportiva: “No es que no seamos directoras técnicas, kinesiólogas, nutricionistas o preparadoras físicas, simplemente sucede que no tenemos la oportunidad. No nos abren las puertas para estar en los clubes: si van una mujer y un hombre por el mismo puesto, siempre eligen al segundo“.

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La delantera, además, estudia la carrera de Trabajo Social en la UBA. Sostuvo que concurrir a una universidad pública le aporta conciencia no solo de género, sino también de clase. Convivir con otras realidades le permite adquirir una mayor sensibilidad social.

Al día de hoy, Macarena -que siendo chica se sumó a un equipo universitario de su provincia y luego tuvo un breve paso por Colón- no se ha sentado a pensar fríamente cómo seguirá su carrera deportiva. Por el momento, cumple el horario en su trabajo, sigue adelante con sus estudios y está en todos los detalles que hacen a su demanda por la profesionalización de las mujeres en el fútbol nacional.

De la misma manera que recibió muchas muestras de apoyo, la joven también sufrió el ataque de los detractores a su iniciativa. A ellos les respondió: “En cuanto al fútbol masculino, hoy la mayoría de los clubes están endeudados y, sin embargo, los jugadores cobran millones. Que la gente vaya a la cancha es producto de un proyecto, de visibilizarlo y de estructurarlo. No se puede pretender hacernos jugar en una canchita de tierra y después decir que el fútbol femenino ‘no vende’: hay que darle las condiciones para que se desarrolle y ahí va a empezar a funcionar. También hay algo básico que falta, que son las inferiores. Las jugadoras empiezan a entrenar bien recién a los 15 años, cuando ya perdieron diez de formación. Es por eso que llegamos con muchas falencias. Aún así, hay mujeres que juegan mucho mejor que los varones. Imaginate si tuviéramos el desarrollo adecuado”.

“Nosotras somos trabajadoras. Entrenamos y jugamos igual que los varones. De hecho, hacemos el triple del esfuerzo porque también estudiamos y trabajamos. Por más que no tenemos contrato, eso no hace a la profesionalización. Hay miles de trabajos ‘en negro’ y esas personas igual son consideradas trabajadoras. ¿Por qué nosotras no?”, cuestionó.

(@macasanchezj)

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“Maca” admite que se siente aturdida. En su interior conviven sentimientos cruzados, desde la incertidumbre por su carrera y el miedo a la estigmatización por su reclamo, hasta la fuerza y el orgullo por haber encarado una lucha que espera pueda redundar en un beneficio colectivo. Su familia y sus amigas son su sostén en estos días de transición.

“Espero que sea un punto de inflexión. Si fuese por los dirigentes, la profesionalización no se va a dar nunca. Espero sacar algo bueno de todo esto que es malo para mí. Quiero sacar algo positivo para todas, no solo en lo personal”, se ilusionó la delantera y aseguró que apuesta a seguir jugando en un equipo del torneo nacional con el objetivo de generar un cambio “desde adentro”.

El reclamo de Macarena podría significar una revolución, podría marcar un antes y un después en el camino hacia la profesionalización del fútbol femenino en Argentina. Si no se logra el objetivo mayor, al menos se habrá sacado de la oscuridad y se habrá puesto sobre la mesa una histórica deuda del deporte con las mujeres.

Fuente: Infobae

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