Desde marzo no pueden abrir sus puertas y por ende trabajar. El dueño de “La Pirámide” planea cambiar de rubro una vez que todo esto pase.

Son una de las actividades que aún no pudieron regresar y que tampoco pudieron diversificarse y reconstruirse dentro de su rubro en esta pandemia.

Esta situación la describe a la perfección Jorge Reynoso, propietario de La Pirámide, uno de los boliches que se encuentra a la vera de la Ruta 168.

“El cese de actividades coincidió con el inicio de la cuarentena, pero ya veníamos trabajando poco desde el año pasado” comenzó relatando Reynoso quien explicó que el emprendimiento de los tres edificios que se construyeron significa una inversión de más de un millón de dólares, “pero el lugar nunca tuvo la connotación que tendría que haber tenido”.

En primer lugar porque no se terminaron las obras, entre ellas los senderos, un estacionamiento deficiente, “el lugar no era el más propicio para el santafesino ya que quedaba lejos y no había servicios, un chico quería volver a su casa y tenía que ir hasta el Wallmart con el taxi”.

“Uno hace lo que puede, pero no tenemos ninguna actividad que sustituya lo que hacíamos, los edificios son muy específicos, estamos viendo de desmontar y probar con otra actividad” agregó el propietario.

La situación es tan difícil que Reynoso debió instalarse en “La Pirámide” no sólo por el miedo de usurpación a más de 215 días desde el inicio de la cuarentena, sino los constantes robos. “Te entran tres o cuatro veces en una semana. No podes irte ni descuidar un segundo. Acá no hay seguridad, la iluminación que había funciona menos de la mitad, es una boca de lobo” declaró el empresario.

“Nos trajeron acá y no cumplieron la ordenanza. Hemos tratado de sobrevivir, ahora no quedan muchas salidas y no creo que cuando esto se termine pueda seguir teniendo el objetivo con el que fue construido este lugar” concluyó.

Fuente: LT10

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