Tren Urbano dialogó con el periodista Tuny Kollmann a raíz de la nota que escribió en Página/12,  Cuando las pruebas no importan, sobre el juicio por la obra pública en Santa Cruz a la ex presidenta.

La causa por la obra pública en Santa Cruz se inició en enero de 2016, y el juez original fue Julián Ercolini. Para el periodista no hay ninguna razón para acusar a la ex presidenta porque son obras que se licitaron en Santa Cruz. Hay 51 obras que tienen sospecha de corrupción, pero en tres años no se hizo ninguna pericia señaló el periodista.

Para Kollmann las pericias no se hicieron porque las obras están bien. El macrismo al principio de su gestión hizo una auditoria que concluyó que las obras estaban bien y que “no se pagó un peso que no se hubiera construido”.

El periodista remarcó que a Lázaro Báez le adjudicaron 51 obras de los 81 tramos viales que se hicieron en Santa Cruz. Pero explicó que esto pasa en otras provincias, hay empresa que son locales y tienen la maquinaria y el personal, y “muy pocas empresas quieren ir a construir a Santa Cruz que queda a 1800 km de Buenos Aires”.

Otros temas menores según el periodista es que la empresa de Báez utilizaba la misma maquinaria en más de una obra, cosa que teóricamente no podía hacerse. También usaba el director técnico en varias obras al mismo tiempo. “Hay infracciones, pero que no son delito porque no tuvieron efectos trascendentes”, consideró.

Asimismo, Báez “tuvo un cierto privilegio a la hora de cobrar, cobraba algo más rápido en promedio que el resto de las empresas”. “Estos son los detalles. No hubo nada cobrado y no construido. Eso es una mentira”, enfatizó. “Cuando las obras se demoraron se demoraron en el mismo promedio que se demoraron en las demás empresas y que se demoran en todo el país”, sostuvo.

Otro tema que Kollmann quiso resaltar es que “hay mucha evidencia de cartelización, es decir, de arreglo de precios entre las empresas. Pero eso era en la Cámara de la Construcción y Lázaro Báez era un marginado en la Cámara de la Construcción, lo odiaban”, acentuó.

En relación a las presiones que sufrió la Corte de parte del oficialismo y la opinión pública, Kollmann apuntó: “La Corte quiso postergar el juicio. Dijo esto está desprolijo y hay que revisarlo. Y yo hablé con miembros del tribunal que decían que estaba bien lo que decía la corte, que mejor arreglar las cosas ahora y no al final del juicio que digan que es nulo y debió hacerse otra cosa después de dos años de juicio. La verdad, que lo que quería hacer la Corte era un tema de prolijidad, el tribunal oral estaba a favor, pero hubo una oleada de presión furibunda del poder político y eso hizo que arrancara el juicio. Pero, en algún momento se va a parar el juicio, no tengo ninguna duda”, concluyó.

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