El secretario general de los gráficos analizó el aumento de precios y planteó la necesidad de frenar el abuso de los monopolios.

Entrevistado por Gabriel Fernández y Jorge Thierbach en Radio Gráfica, el referente gráfico y motor de la Corriente Federal de Trabajadores recordó el Pacto Social convocado por Juan Perón en el año 1973 y sostuvo que para frenar el impacto de los aumentos el gobierno debe consolidar una fuerte alianza con sectores Pymes, cooperativos y sindicales.

-Qué tire y afloje duro. Otra vez la discusión precios y salarios.

-Sí, es un tema que entre todos los que preocupan, tal vez sea el que más nos inquieta, porque de alguna manera casi todos los gremios con mucho retraso hemos estado recomponiendo un poco los salarios. En el caso nuestro, lo que teníamos que empezar a discutir en marzo o abril, producto de la pandemia terminamos discutiéndolo en septiembre. Por lo tanto, esos acuerdos que ya estuvieron limitados por la caída de la actividad, lamentablemente en estos meses están siendo devorados por una inflación promedio de 3 o 4 por ciento, que en el caso de los alimentos es mayor.

Nos preocupa porque vemos que hay una encerrona y es necesario ponerle algún tipo de freno, porque si bien puede existir la mejor buena voluntad de parte de los sindicatos y de los sectores empresariales que no  determinan el aumento de precios, realmente hay otro rol que lo tiene que evaluar y que jugar muy fuertemente el propio Gobierno. Es el rol del Estado poniéndole freno a lo que nosotros entendemos como un abuso, porque no se justifica. Si miramos cómo ha sido el año y cómo sigue siendo ahora la situación económica, recesiva, que haya aumentos injustificados significa que hay una mano que no podemos frenar. Esa es la preocupación central.

-¿Qué está pasando ahí Héctor? ¿Hay, digamos, falta de correlación de fuerzas por parte del Gobierno para contener a los formadores de precios o hay, de algún modo, una aquiescencia para con las grandes empresas?

-No, yo lo primero que haría es definir qué realidad tenemos en el manejo de la economía. Indudablemente, tantos años de neoliberalismo, aún con períodos donde se lo intentó limitar, como los períodos de Néstor y de Cristina, pero la concentración económica es muy grande y precisamente esos sectores, a su vez, conforman monopolios u oligopolios de algunos sectores de actividad, que tienen un poder determinante en la formación de precios.

Nosotros hemos evaluado esto muy seriamente en el espacio de Producción y Trabajo, donde fundamentalmente participan los sectores Pymes, y ellos nos cuentan claramente con números lo que significa el aumento de los insumos difundidos. Hablemos del acero, del aluminio, de la madera, hablemos en el caso nuestro del papel, del sector del plástico, en la química, son todos rubros que son determinantes en la producción después, de los alimentos u otro tipo de bienes masivos. Ahí, evidentemente, los sectores que determinan, si hay dos empresas o tres empresas en algún rubro, en algunos una solo, determinan valores que son irrazonables. Ahí entendemos que si no hay un control del costo, que es lo que justifica ese precio por parte del Estado, es muy difícil resolverlo en una mesa de discusión, por más buena voluntad que haya, y más si en esa mesa están sentados esos sectores solamente.

Porque creemos que tenemos que hay tener mucho cuidado en la nueva mesa de discusión de precios y salarios, porque terminamos convocando exclusivamente al grupo de Los Seis (Sociedad Rural, la Unión Industrial Argentina, las cámaras de Comercio y la Construcción, la Bolsa de Comercio y la Asociación de Bancos Argentinos) o a este complejo Agroindustrial. Es decir, me parece que ahí tendrían que incorporar sectores que estén en el medio, que son las Pymes, y de alguna manera tener un equilibrio.

A los sindicatos se nos pide más o menos ese compromiso: que no se disparen los aumentos salariales, aun cuando el gobierno está absolutamente convencido de que necesita imperiosamente que los salarios estén por encima de la inflación. Ahora, estamos hablando de una pauta presupuestaria del 29% anual y, yo digo, pero ¿quién controla que se mantenga en el 29 y no se dispare?. ¡Si no tenemos opciones sobre los formadores de precios!.

Entonces, los gremios podemos tener la mejor buena voluntad para discutir, porque el aumento de salarios no solo es el porcentaje que acordamos en paritarias, sino el hecho de que el precio de los productos no aumente. Es decir, el poder adquisitivo es lo que más vale, más que el porcentaje que firmamos. Ahora, nosotros no podemos contemplar a esos sectores, podemos sí constituir una alianza muy fuerte que respalde al Gobierno y por eso señalo el sector Pyme y el sector cooperativo, porque esos sectores indudablemente están condicionados por los grandes grupos.

Yo lo reitero permanentemente, el gran sector que debe ser parte de este proyecto nacional, que está colonizado por estos grupos durante muchísimos años -persiste la visión de que si les va bien a estas grandes empresas, Techint o Loma Negra, les va ir bien a ellos-, es el de los pequeños. Eso es lo que tenemos que revertir. Yo recuerdo uno de los últimos ámbitos relevantes de discusión, como fue el Pacto Social al que llamó Perón en el año 1973, tenía una clave, que eran los protagonistas, ellos eran el movimiento obrero unificado y la CGE, que eran los empresarios nacionales. Con una firme conducción política ese pacto tuvo un efecto positivo en un primer tramo y cuando se debilitó la dirección política, inclusive ya lo había advertido Perón, poco antes de su muerte, en aquel mensaje del 13 de junio, había sectores de poder económico que eran nada al lado de lo que es la concentración económica el día de hoy, que provocaban algún tipo de desabastecimiento, lo anticipó abiertamente. Y bueno, con la muerte de Perón, cuando se debilita la conducción política, se disparó la inflación.

Esto es clave. Yo creo que no solo es la convocatoria y mostrar la voluntad de empresarios y trabajadores, sino quiénes son, qué representan esos empresarios y qué voluntad hay del Estado de ponerle límites.

Estos últimos días hemos estado viendo algunas experiencias claves, como fue la conversación del gobierno con la mesa del maíz, tratando esos sectores, que ponen el ojo fundamentalmente en la exportación porque tienen allí grandes beneficios, de minimizar lo que incide el maíz en la leche, por los alimentos de la vaca, en el pollo, en las gallinas que ponen huevos, es decir, en todos los productos que hacen a la canasta familiar. Tratan de minimizarlo, de dibujarlo de la manera que ellos querían porque para esos sectores, si pudieran exportar todo, lo harían. Y lo vimos también con la carne en las reuniones con los grandes frigoríficos. Ahí, un acuerdo firme y real sería que el Estado le ponga el cupo que necesita para el consumo nacional con un control de calidad, de qué es lo que van a vender dentro del país, no que el plan lo pongan ellos.

Me parece que hay que modificar esa lógica de que el plan para moderar el impacto en el bolsillo de la gente lo determinan los propios formadores de precios. Lo tiene que determinar el Gobierno y acompañado por una fuerte alianza, que son los sectores que no participan de ese juego de la concentración económica.

-En plenarios de la Federación Gráfica de años atrás, recuerdo, como disparadores para los encuentros, el uso de resúmenes que se hacían con respecto a la concentración de la economía y cómo incidía eso en el manejo de los precios. Vos estás marcando varias cosas, el papel fundamental del Estado y la unificación por parte de los sectores involucrados. Ahora bien, plantear el accionar sobre el último escalón o el penúltimo escalón no es solución. Si no se toma el toro por las astas, el problema de los grupos monopólicos y concentrados en la cadena de valor, para realmente incidir con medidas concretas y drásticas, me parece que no va ver resultado concreto para el bolsillo de todos nosotros. Has disparado muchísimas cosas que ayudan a que entendamos cómo con unidad y con propuestas debemos ayudar a que el Gobierno encuentre el camino del real enfrentamiento con estos sectores de poder.

-A mí me parece que el planteo de los precios cuidados debe ir al escalón inicial. De alguna manera, nosotros podemos ver los esfuerzos del Gobierno con la Ley de góndolas, los precios cuidados, pero siempre el resultado es relativo. Hay que bajar al sector inicial y creo que ahí sí hay que ser muy firmes en cuanto a ponerle un límite a los abusos que son producto, como han sido en otros momentos de la historia, de esa concentración que lo conforman 3 o 4 empresas que manejan el precio. Lo vemos con muchos productos. Hay muy pocas empresas que acuerdan un precio, sobre eso hay que actuar porque después es muy difícil cuando se dispara.

Si nosotros en la industria gráfica no tenemos algún tipo de control en el precio del papel, sucede lo mismo. En general, en un libro el costo del insumo del papel se eleva al 50 por ciento o más del costo del libro. Por ejemplo, ahora que el Ministerio de Educación largó este plan de lectura, que hay impresión de 1 millón 500 mil libros, fue muy interesante que se uniera a todos los sectores que formamos parte de la producción del libro en una convocatoria en el Ministerio. Ahí participamos como sindicatos, participó la industria gráfica y sellamos los acuerdos. El papel para hacer esos libros en su mayoría lo hacen dos grandes empresas, Ledesma y Celulosa. Entonces, a mí me pareció muy bueno estar ahí constituyendo un espacio de sectores que decimos ´queremos libros que sean accesibles y que tengan un costo razonable´ y si gran parte de ese costo depende del precio del papel, le pedimos a esas papeleras que pongan precios razonables. De lo contrario, ahí es donde hay que ver que el gobierno puede jugar con las importaciones de la producciones primarias de los insumos.

Porque nosotros sabemos muy bien de insumos. Por ejemplo, en sectores del aluminio, donde el precio que se cobra a nivel nacional al sector de la industria, a la pyme, es superior al precio al que se vende a nivel internacional. Esto es un dato que nos pasa en las propias medianas, pequeñas y cooperativas. Es decir que en el mercado nacional las compañías dicen podemos fijar el precio que nosotros queremos, porque somos una o dos o tres empresas que nos ponemos de acuerdo, entonces, son 2800 la tonelada, y en el mercado internacional la vendemos a 1900 porque hay que competir con otros países, con otros productores. Eso es absurdo. Hay un abuso enorme en el precio y eso incide en todo lo que se utiliza, lo que nosotros no vemos.

 

  • Redacción por Lucia Izaguirre
  • Fuente: Radio Gráfica

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