Una multitud de hinchas rojinegros copan Montevideo en otra movilización para la historia. A las 19.15 de este martes, el primer chico ante los rojiblancos de Parque Saroldi. Colón será local en un mítico escenario.

Por Enrique Cruz

Algo menos de 17 grados de temperatura. Clima frio. Un estadio con mucha, muchísima historia. Y una multitud de hinchas sabaleros que viajaron a esta ciudad cómo fuera y a costa de endeudarse o de faltar al laburo. Todo por seguir los dictados de la pasión. Por estar al lado del club de sus amores. Como ya lo hicieron en Lima, en San Pablo, en el Defensores del Chaco, en el Nacional de Santiago de Chile o en el mismo Metropolitano de Barranquilla. Había que estar, no podían faltar y acá están. Los más adelantados esperaron la llegada del plantel, algo que se produjo en la desapacible tarde uruguaya allá por las 4 de la tarde de este lunes. Todos a descansar, algún trabajo regenerativo y el cuerpo técnico a reconocer el campo de juego del glorioso Centenario, ese estadio que se inauguró en 1930, el año en el que Uruguay salió campeón del mundo ganándole a Argentina. El mismo del golazo del Chango Cárdenas al Celtic o el de tantas tardes y noches históricas para este país tan chiquito en superficie y población, pero tan grande a la hora de hablar de éxitos deportivos.

A este país y a este estadio llega Colón. La gente para provocarle sorpresa y estupor a los uruguayos. Y el equipo, para seguir avanzando en esta Sudamericana, tratando también de mejorar su juego y de darle signos claros a Lavallén, que después de esta serie que termina el martes de la semana que viene en el Brigadier López, empezará a pergeñar un nuevo Colón para cambiar la historia de este año futbolístico accidentado.

Tan dinámico es el fútbol, tan cambiante, que esas voces de protesta y de disconformismo que se multiplicaban hace un mes, cuando Colón dejaba en el camino a Acasusso por Copa Argentina, ahora se han transformado en expectativa, en planificar el viaje a Montevideo y en provocar otro hecho de masividad que sorprende a propios y extraños.

¿Será River una versión aproximada a la de Deportivo Municipal?, se verá en el atardecer de este martes. Ganó el sábado pero no es un protagonista –y lejos está- del torneo uruguayo. De todos modos, viene con el antecedente de eliminar nada más ni nada menos que al Santos de Brasil en esta misma Copa Sudamericana. Fueron dos empates y aprovechó el beneficio del gol de visitante. Lavallén sabe que es un equipo que juega de contragolpe, que aprovecha bien el juego aéreo y que ha recuperado a dos titulares como Calzada y Da Luz, uno para darle equilibrio y juego al mediocampo y el otro para lastimar a la defensa rival. Algunos dicen que le regalará la iniciativa a Colón, que lo dejará venir y que tratará de lastimarlo aprovechando esos espacios que se puedan abrir. Por eso, Colón deberá ser inteligente y no dejarse llevar por la tentación. Es un partido de 180 minutos y los de este martes serán los primeros 90. Por eso, Lavallén saldrá con un esquema muy claro en cuanto a juntar gente en el medio para que haya tres que recuperen posiciones siempre (Celis, Zuqui y Estigarribia) y que haya otros dos que no escatimen sacrificio para acompañar al Pulga Rodríguez (Bernardi y Esparza). Pero siempre pensando en que no habrá referencia de área y que el negocio de Colón será el de sorprender al rival con la llegada de los volantes. Algo que se hizo bien en Lima, con Estigarribia y con Bernardi.

La rambla de esta ciudad que tiene mucho de Buenos Aires, que nos ha sorprendido con frio, con lluvia, con un pronóstico nada halagador para este martes a la tardecita, ya está recibiendo a esos “locos” que van detrás de una pasión que no se puede explicar. Hay razones que la propia razón no entiende. Por eso, cuando vean esa tribuna del histórico Centenario tan poblada de sabaleros, muchos se preguntarán por qué. Y la respuesta sólo se podrá encontrar escarbando en el corazón y el sentimiento de esos miles que no saben de penurias económicas ni de postergaciones. Sólo saben que tienen que estar ahí, junto a la pasión que los moviliza desde la cuna y hasta que den el último suspiro de vida.

Fuente: El Litoral

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