En su paso por Santa Fe, el funcionario realizó un análisis de la coyuntura argentina, con un pie en su especialidad: el mundo laboral.

Por Mauro L.Muñoz

 Meticuloso -quizás un atisbo de sus días en la cartera de Trabajo-, Carlos Tomada detiene su marcha y lee en detalle los titulares. “Las 2 CGT fijarán la fecha de un paro”, dice una impresión fechada en septiembre de 1983. Los hechos, en palabras del exministro kirchnerista, no le sorprenden por lo conmemorativo sino por lo actual.

Acompañado por Pedro Bayúgar, titular de Sadop, por quien fue invitado a disertar, Tomada comenta que se encuentra “en buen estado” para afrontar “un año de gran tensión”, en el que aclara: “deseamos sea de mucha construcción política”.

Ya con el ánimo y la intención puestos en la entrevista, el actual legislador de CABA acierta: “este gobierno ya fracasó, no cumplió con las promesas y sus únicas victorias son antipopulares”.

-¿Observa una disociación entre lo que fue campaña y su real implementación?

-Absolutamente, y me animo a calificarla de estafa electoral. Fundamentalmente, en campaña hablaron de dos cosas: combatir la pobreza y de unir a los argentinos. Luego, dedicaron sus esfuerzos a deteriorar el empleo y a perseguir políticamente a sus opositores.
El desafío ahora lo tenemos nosotros. Tenemos que ganar las elecciones porque, más allá de sus fracasos, el oficialismo no perdió. A las victorias hay que construirlas y estamos trabajando para que eso suceda.

-¿Por qué cree que, pese a la situación económica, una buena parte del electorado elige creer en Cambiemos? 

-Hay que recordar que Macri sacó un 30% de los votos. Metafóricamente, me parece que es un número fuerte de compatriotas que lo van a seguir acompañando hasta la puerta del cementerio, y se entiende que así sea.

Recuerdo un reportaje a un dirigente sindical en donde le preguntaron si tenía algo bueno para decir de este gobierno. La respuesta fue que no, pero que si fuese representante de los empresarios tendría muchas cosas buenas para contar. La anécdota creo que quedó vieja. Ahora deben quedar pocos empresarios dispuestos a nombrar cuestiones positivas.

Por este motivo, recalco que nuestro desafío está puesto en construir una nueva mayoría. Algo que ellos supieron hacer, con buenas y malas artes, en 2015.

Después de estos cuatro años, donde padecimos decisiones políticas y no “tormentas”, creo que la reflexión por parte de la sociedad se evidenciará a medida que se acerque el proceso electoral. Desde nuestra parte nos encontramos trabajando para enfrentar ese momento.

-En esta tarea, ¿hay lugar para las autocríticas? 

-La autocrítica la hemos hecho, a veces en público y otras en privado. Seguramente cometimos errores, pero también dejamos tareas inconclusas debido a los grandes desafíos que enfrentamos. Al menos desde mi gestión, tengo reflexiones en ese sentido.

Creo hace falta considerar el total los doce años de gobierno, marcados por un inicio de crisis política, social y económica más grande del país y atravesado por la crisis financiera mundial más grande después de la de los años 30.

Es curioso que siempre nos pidan autocrítica a los sectores de representación popular. Algo deberíamos exigirles a los demás. Por ejemplo, no recuerdo ningún pedido para Martínez de Hoz, que estableció la biblia de los gobiernos conservadores para un camino que siempre condujo a resultados de retroceso de los niveles de vida de la población. También podría mencionar a Cavallo, que al día de hoy siguen escribiendo editoriales.

-¿Espera que el gobierno de Cambiemos haga alguna autocrítica? 

-No creo que la vayan a hacer. Ya lo dijo el Presidente en su discurso de inauguración del período de sesiones en el Congreso: “vamos a seguir por el mismo camino, el del esfuerzo y el sacrificio”.

Este gobierno adolece de sensibilidad y conocimiento de la historia. El pueblo argentino ya ha sufrido bastante, pero parece que no quieren asumir que con sus políticas cada día complican la situación de hombres, mujeres y niños.

Mirando al futuro

-El contexto internacional es completamente distinto al de 2015, con el que finalizaron el tercer mandato. ¿Cómo se disponen a enfrentar este nuevo escenario?

-Es de gente racional atender la respuesta que merece esta nueva etapa. En el análisis, también vale decir que el escenario es distinto al de 2003.

Seguir pensando que el mundo tiene interés de movilizar capitales de inversión directa, es un error. Necesitaremos de un largo proceso de recomposición del país en cuanto a su matriz productiva, un mercado interno consolidado y sostén de consumo para inversión extranjera.

Creo que lo que se impone es replantear en qué dirección irá la Argentina. Tenemos que pensar en un acuerdo entre empresarios, dirigentes y trabajadores, en donde los salarios y tarifas se muevan acompasadamente. Un aumento de tarifas por encima del 2000% frente a un 120% de incremento de salarios, no resiste ningún análisis. Incluso, aunque hubieran estado atrasadas -que puede ser una de las autocríticas-, esta no era la forma de proceder.

-¿Cuál es el correlato en las relaciones del trabajo?

-El correlato tiene que ser el de volver a ubicar al trabajo y al salario como un factor de la demanda agregada. Acá no hay consumo si no hay quien consuma.

En nuestro tiempo, la Argentina llegó a registrar un descenso del trabajo no registrado de 18 puntos porcentuales. Dejamos el país en un 32%. De todos modos, no quedamos conformes con ese número, entendíamos que había que seguir el camino de una sociedad de pleno empleo.

Este nuevo régimen volvió a subir el trabajo no registrado. Han generado un nivel de incertidumbre inaudito. Hoy un empresario no sabe si va a tener que entrar en un procedimiento de crisis o no, y un trabajador no sabe si lo van a despedir o le va a alcanzar el sueldo hasta el final del mes. A eso hay que agregarle que el 80% de empleo que se crea es precario, sin protección social, sin licencias, sin indemnización, sin obra social.

De esta manera, creo que nos encaminamos a un proceso de latinoamericanización del empleo, con mayoría de trabajos sin derechos.

El trabajo

-Se habló mucho de una posible reforma laboral, que nunca se materializó. ¿Qué análisis le despierta este tipo de medidas?

-La reforma laboral murió el día de la reforma previsional. Al ganar las elecciones de medio término, Cambiemos pensó que estaba en condiciones de ampliar su hegemonía y llevarse todo puesto. Esto derivó en una enorme reacción popular y, por primera vez, un proceso de unidad al interior del Parlamento entre diputados y senadores de la oposición.

A partir de allí, el gobierno no se ha recuperado. Acompañado por tarifazos, devaluación y corrida cambiaria, hubo un descenso en la imagen presidencial y cayó la credibilidad.

Por ello que la reforma laboral no pudo ser presentada, pese a que la fueron limando y achicando. Actualmente es presentada como una ley de blanqueo.

De todas maneras, no me parece una solución efectiva para un país en recesión. Nosotros también intentamos esta medida, pero en otro contexto. Los problemas que tiene Argentina no se solucionan quitando derechos a los trabajadores.

-Dijimos que el mundo sufrió grandes transformaciones en estos años años ¿Cuánto afectan los avances tecnológicos en las regulaciones laborales?

-Es cierto que las nuevas tecnologías están produciendo impacto sobre el empleo, pero no considero que sea una cuestión definitiva ni un proceso de mañana. Hay que entender que las actualizaciones tecnológicas no se implementan de un día para otro, entre otras cosas, porque es muy costosa.

Entonces, estos cambios en prestación de servicios y producción requieren adaptar las regulaciones laborales vigentes. Pero que no me cuenten la historia de las tecnologías para meter, de contrabando, una quita de las indemnizaciones.

Entiendo los beneficios, pero las nuevas tecnologías no se oponen a los derechos adquiridos. Por ejemplo, la situación con los chicos que pedalean (delivery vía internet) es controversial: ¿Quién dijo que ese servicio tiene que ser prestado por alguien sin derechos por su trabajo?
Si las ventajas se enfocan en el bienestar, los únicos beneficiados no pueden ser los destinatarios de un servicio. A veces parece que estamos hablando de otra cosa, algo más parecido a la esclavitud.

Lado B: 25 pasos hacia la unidad

“A mí me gustaría una sociedad de bienestar en la que todos estemos un poco mejor a través del trabajo”, dice Tomada. En términos psicoanalíticos, quizás este deseo fuera sublimado en una tarea poco conocida que desarrolló en sus últimos años como ministro: la reedición del libro “El trabajo a través del pensamiento de Perón”.

“Era un libro impreso en diciembre del °55, que extraía frases de los discursos de Perón y los ordenaba temáticamente”, cuenta y se desarma: “fue un regalo de mis amigos, el mejor que me podían hacer”.

“Trabajadores: únanse; sean hoy más hermanos que nunca, que sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra la unidad de todos los argentinos”, rememora, poniendo a prueba su memoria y en un tiro por elevación evidente hacia los tiempos actuales.

La cita elegida no es caprichosa, tiene por fin una anécdota: “En una de las primeras ocasiones que me tocó visitar la Casa Rosada, conté los pasos que había desde el lugar en que el general Edelmiro Farrell le comunica a Perón que, previo a ser detenido, debía pedir la desconcentración del pueblo hasta el balcón donde finalmente da ese memorable discurso. Los caminé, son 25 pasos. Esa caminata, sumado a lo que dura el himno, fue el tiempo que le llevó transmitir su legado. Es impresionante, aún más vinculando el llamado a la unidad en los tiempos que corren”.

Fuente: El Litoral

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